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TRIBUNA DEL ATLÁNTICO

San Pablo y el salario de los príncipes

No, San Pablo no habló de los salarios de los príncipes, la verdad es que fundamentalmente se refirió al derecho de los trabajadores de la palabra, a tener su salario.

En esencia al decir que el trabajador tiene derecho a su paga, ese que antes se llamó Saulo de Tarso, pretendía explicar por qué, sacerdotes, los actuales pastores y otros servidores de la fe tienen derecho a recibir una compensación por su labor.

En el fondo mas que nada, estoy aquí, quejándome de San Pablo, por no haber discurrido sobre el salario de los príncipes, porque nos hubiera servido de mucho, ahora que los recientes aumentos salariales han puesto sobre el tapete los salarios de los príncipes dominicanos.

Si, aquí tenemos príncipes y no son otros que el conjunto de funcionarios del área financiera, superintendentes y demás que tienen salarios verdaderamente astronómicos.

Han salido nuevamente al tapete, a raíz de reportajes del Listín, en el caso del superintendente de Electricidad, que mientras se producían incrementos, en no pocos casos desmesurados, de las facturas eléctricas, al calor de una disposición del pacto eléctrico.

El resultado ya es de todos conocidos, primero la marcha atrás con una parte del aumento del funcionario en cuestión y su posterior renuncia.

Ahora está en el centro de la tormenta de opinión pública, el superintendente de Bancos Alejandro Fernández, quien también se ha incrementado el salario, en un 15 por ciento, para alcanzar un ingreso de 1,145,000 pesos.

El principado dominicano abarca, además, las superintendencias de Seguros, de Riesgos Laborales, la presidencia de la Refinería, el administrador del Banco de Reservas y en categoría casi de rey, el muy eficiente gobernador del Banco Central.

El gobernador Banco Central dominicano, de cuya competencia y eficiencia, sinceramente no tengo dudas, estoy convencido que ha sido un elemento esencial en la estabilidad económica que el país exhibe en los últimos años, y sus más de 20 años al frente de la institución, presenta logros que ningún otro país de la región puede exhibir.

Pero que su sueldo y el del superintendente de bancos, o el del administrador del Banreservas, sean mayores que el del presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y que el de los gobernadores de los bancos centrales de Chile, Brasil y México, por ejemplo, países con economías mucho más grandes, como se dice hoy en día es, ¨mucho con demasiado¨. Con relación al superintendente de Bancos se resalta igualmente el aumento de más de un 229 por ciento en el salario de una consejera que, a tales efectos termina ganando más que el presidente de la República.

Es ahí cuando Rosendo Rossel dice ¨Figurensen, imagínensen¨.

El pagar mejores salarios a los funcionarios del sector financiero es el resultado del cambio de paradigmas a raíz de las crisis bancarias de los 90 y principios de la década del 2000.

Se buscaba garantizar buena paga a quienes tienen la responsabilidad de la buena marcha de la economía, de la supervisión de la banca, del sector seguros etc.

A estas alturas resulta soberanamente claro la necesidad de normar mediante la ley los salarios de los altos funcionarios, en los Estados Unidos, que suele ser referencia de tantas cosas, nadie, absolutamente nadie, gana más que el presidente.

Equilibremos las cosas.

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