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David Ortiz, más que estelas en el mar

De vuelta a Machado, colgado del alma en la voz de Joan Manuel Serrat, recuerda uno ese verso que dice; “Caminante no hay camino, sino estelas en la mar”, el poeta sevillano nos habla ahí de la forma más efímera de las huellas humanas, las que se hacen en el mar, que desaparecen casi de inmediato.

La semana recién concluida nos trajo una serie de demostraciones de caminos, de esos que dejan mucho más que estelas en la mar, y que ha tenido en la exhalación de David Ortiz al Salón de la Fama de Cooperstown, su punto culminante.

El logro del “Big Papi”, es el triunfo del país, y una cadena de hechos positivos en el ámbito deportivo, que el Listín ha calificado de “Big año”, en su editorial del lunes.

Un año, en que hemos logrado calificar al mundial de fútbol Sub-20, las medallas de Marileidy Paulino, el oro del equipo de relevo 4x400 integrado además de Marileidy por Fiordaliza Cofil, Lidio Félix y Alexander Ogando, junto a otros logros de nuestros atletas, sin dudas un gran año. Son el producto del cambio de visión en el gobierno en las últimas décadas y la labor conjunta del Ministerio de Deportes, el Comité Olímpico Dominicano, las federaciones deportivas y el sector privado con el programa CRESO, Creando Sueños Olímpicos, una suma de esfuerzos que va dando resultados.

En el Salón de la Fama ya contamos con 4 estrellas representando a la República Dominicana, desde la llegada de Don Juan Marichal en 1983, un verdadero caballero del deporte, con un magnífico servicio al país.

Treinta y dos años después, otro lanzador, el gran Pedro Martínez, con su sencillez y brillante carrera, nos llenó de gloria al alcanzar su merecido sitial.

Para Vladimir Guerrero no fue necesario esperar tres décadas, tres años bastaron para que este gran pelotero, de gran humildad, alcanzara la inmortalidad.

En cada uno de ellos está el testimonio de la superación personal, pese a sus humildes orígenes, lograron vencer la adversidad, alcanzar sus sueños, pero sobre todo, convertirse en iconos del deporte.

Sus historias son las de quienes han logrado el éxito por el buen camino, trabajo duro, dedicación a perfeccionar sus habilidades y dar lo mejor de sí.

Pero nos dan además el testimonio de la amistad, la solidaridad entre ellos, Ortiz no se cansa de repetir su agradecimiento ante el gesto solidario de Pedro, en un momento incierto de su carrera. El entusiasmo de Vladimir, de Pedro, de Alex Rodríguez y otras estrellas, es un sano ejemplo de camaradería, de amistad entre grandes. Ni que decir del desborde de dominicanos que asistieron al evento.

El Big Papi se le reconoce, sobre todo, por su gran labor social, su dedicación a ayudar a niños con problemas de salud, que nos habla de su sensibilidad y buen corazón.

Y para quienes tenemos la suerte de haber tenido supermadres, por su veneración a la suya, la permanente referencia a sus desvelos y dedicación, que me remiten irremediablemente a García Márquez y su alusión a las mujeres sosteniendo el mundo, mientras los hombres nos empeñamos en destruirlo. Sin desmedro de la memoria de los buenos padres que hemos tenido.

En David, está el testimonio de quien ha hecho camino al andar, de una vida que, en el deporte y fuera de él, ha dejado más, mucho más “que estelas en la mar”.

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