Práctica del sicariato
La práctica del sicariato es un doble crimen. El sicario es contratado por un igual o mayor criminal; por tal motivo, los crímenes quedan impune en la proporción en que no se aprese al asesino intelectual. Las autoridades demuestran su ineptitud o “complicidad” en la medida en que no dan con los autores intelectuales, que en la mayoría de los casos, se esconden tras la sombra del poder. Este binomio del crimen degenerado se hace más peligroso tomando en cuenta la fragilidad del sistema penitenciario, que también sirve de base al sicariato. El narcotráfico es la principal fuente del empleo criminal y una vez penetra los estamentos del poder del gobierno e instituciones armadas, se hace más letal. El sicariato es el brazo de eliminación de pruebas en los procesos judiciales que se instrumentan, pero los jueces también son víctimas de la intimidación de sus vidas y las de su familia. La expresa proclividad conspirativa de las autoridades en hechos delictivos alimenta la práctica del sicariato. La tranquilidad se nos esfuma, el sentido común en la complicidad de las autoridades nos da impotencia y nos vamos haciendo presos de nuestros hogares. Todo es dinero a cualquier costo. La desprotección nos cobija, los guardaespaldas se exhiben con orgullo, la democracia es buena para los de arriba y para los que denuncian, disienten, acusan y tienen “dos bolas”, son más vulnerables frente al sicariato.