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¡Ay, Machado! La embestida se hizo norma

De Antonio Machado, recuerda uno, casi en automático, aquellos míticos versos: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, cantados por Serrat en tiempos, tal vez mejores.

No suele ubicar uno al poeta sevillano en frases tan lapidarias como aquella de que “De cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa, Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea.” nadie iba a decirle, hará cosa de 100 años, más o menos, que eso que decía, sería, a fuerza de redes sociales, letra de cambio universal.

La expresión saltó a las redes a propósito del proceso de lucha por la separación de Cataluña, el denominado Procés en el que algún concejal inteligente, piensa uno, propuso quitarle el nombre de Machado a una plaza por ser “anti catalanista”.

Y es que ahora, usted entra en Twitter, en Facebook o hasta en el muy gráfico Instagram y la norma es la embestida, el ataque, la descalificación y como si nos hiciera falta más, hay quienes buscan decir cosas, como para que terminemos convencidos de que les falta el juicio o que en el camino perdieron, palmo a palmo, todo tipo de prudencia.

Así el que osa, de forma razonada advertir de las implicaciones constitucionales de la Ley de Extinción de Dominio es, por ejemplo, un bandido defensor de corruptos del pasado, o de narcos irredentos a la espera de disfrutar de sus haberes, no importa de que prestante jurista se trate, ni la fortaleza de sus argumentos al amparo de la Constitución vigente.

Quien se atreve a decir que en 12 mil páginas del expediente Medusa, habrá cosas que sean y cosas que no, o que la acusación se base fundamentalmente en pruebas testimoniales, las hoy llamadas, delaciones premiadas, incluso de uno que está, precisamente en España y que, habrá que ver que tantos medios de prueba tengan esas imputaciones para conseguir una sentencia condenatoria, pasa a ser amanuense o beneficiario de los actos de corrupción que se le endilgan a quien estaba llamado a perseguir ese flagelo.

Pero donde el sinsentido y la estulticia alcanzan niveles sólo vistos con el moderno telescopio de la NASA, el James Webb, es cuando leemos a algunos cuestionar la nacionalidad de atletas que alcanzan notoriedad y medallas de oro representando el país.

Nosotros que hemos sentido sano orgullo, con los logros de nuestros atletas, que hemos tenido el influjo de los Matsunaga, oriundos de Japón, de la destacada Dimitrova, de Bulgaria, de Félix Sánchez y tantos otros, ahora hay quien se escandalice por los éxitos de la joven Cofil por sus ascendientes haitianos.

Aprendamos a poner cada cosa en su lugar, el que entendamos necesario establecer controles a la inmigración desmedida desde Haití, el reclamo de normativas mas fuertes para ese flujo migratorio no nos puede llevar a negar el derecho de quienes, siendo dominicanos, proceden de ese origen. Así de simple.

A estas alturas uno esperaba que la libertad que dan las redes, para expresarnos sobre todos los temas, sin controles ni cortapisas, hubiera servido para debates más constructivos y no para la simple embestida o el destilado de odios que vamos acumulando los seres humanos. Pero basta decir. ¡Ay, Machado! La embestida se hizo norma.

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