COLABORACIÓN
Sospechosa reforma constitucional
El Gobierno insiste en imponer en la agenda nacional y legislativa su iniciativa para reformar la Constitución de la República a pesar de los exiguos apoyos que ha cosechado. Cabe recordar, la misma fue anunciada con el declarado propósito de “consolidar la independencia del ministerio público y blindar los avances democráticos que hemos conseguido”. No obstante, el proyecto presentado por el partido oficial en el Consejo Económico y Social (CES) tiene pretensiones más ambiciosas que las expuestas. En principio, lo relativo a la independencia del ministerio público resultaba atractivo, empero, ha sido demostrado en forma incontrovertible que la actual Carta Sustantiva contempla la autonomía necesaria para garantizar la independencia de ese importante órgano. Vale decir, a partir de 2010 el Presidente de la República solo tiene facultad para designar al Procurador General de la República y la mitad de sus adjuntos. Los demás integrantes del ministerio público están sometidos a un sistema de carrera, conforme a su Ley Orgánica.
Reconocidos juristas y académicos en materia constitucional la consideran inoportuna e innecesaria, desmontando en forma categórica los argumentos que intentaban justificar la iniciativa.
Sin embargo, aunque concita escasos apoyos relevantes más allá del interés del oficialismo, el vocero gubernamental, Homero Figueroa, en un intento desesperado por apresurar la reforma constitucional sin consenso con las demás fuerzas políticas y sociales, sentenció, “esta reforma constitucional no pertenece a los partidos, no pertenece al gobierno, pertenece a los ciudadanos…”. Un argumento manido al que han recurrido en el pasado los gobernantes de turno cuando sus acciones ocultan otras intenciones, como se sospecha en la especie. Es dable recordar que el oficialismo no tiene los votos suficientes para impulsar por sí solo la anunciada reforma en el Congreso Nacional. Cabe preguntarse, ¿cómo logrará entonces el Gobierno conformar las mayorías requeridas para modificar la Constitución? ¿A qué mecanismos recurrirá para obtener los votos necesarios, si los dos principales partidos de oposición han dicho que no la apoyan? La respuesta a esta interrogante la tiene el gobernante.Así las cosas, la reforma constitucional quedaría en un manto de sospechas. Con la agravante de que se da en un ambiente salpicado de denuncias recientes que atañen a prácticas similares a las que se sospecha recurrirá el Gobierno. Conforme a lo relatado por organizaciones de oposición, el oficialismo estaría “sonsacando” a funcionarios municipales pertenecientes a esos partidos, a través de los resortes que otorga el poder. También, está en curso una denuncia más perniciosa, pues atañe al derecho de los ciudadanos a recibir información servida sin distorsiones o manipulaciones del poder.
Así, según consta en informes provenientes de expertos, incluso de personas establecidas en el extranjero, se sospecha el Gobierno habría “comprado” los denominados Bots (cuentas falsas) en redes sociales para reseñar y destacar informaciones positivas de la gestión pública en procura de mejorar la imagen de la Administración. El desmentido oficial ha sido lacónico y poco creíble. Ahora bien, el ambiente para la reforma constitucional se torna más receloso por la naturaleza de las modificaciones propuestas, las cuales abarcan al órgano del sistema judicial a cargo de las investigaciones y persecución del delito.
Más aun, resulta imperativo abordar el asunto tomando en consideración la situación legal que encaran algunos de los congresistas llamados a aprobar las enmiendas constitucionales, pues constituye un hecho notorio que un puñado de ellos son sospechosos en investigaciones de carácter judicial abiertas por el organismo a ser reformado. Además, dicha iniciativa también incluye modificaciones en aspectos medulares del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. Así las cosas, los aprestos oficialistas para modificar la Carta Sustantiva están permeados por las sospechas. Se sospecha de los verdaderos propósitos de la reforma constitucional. El alcance de la reforma es también sospechoso. Resultan sospechosos los mecanismos que utilizará el Gobierno para conformar las mayorías necesarias en las Cámaras Legislativas. Se sospecha de las razones ocultas para variar el mecanismo constitucional de designación de los integrantes del ministerio público, mismo que pudiera ser atribuido al Congreso Nacional. Algunos legisladores son sospechosos en investigaciones o acciones judiciales de distinta naturaleza que están en curso. En el actual contexto, se sospecha que el Gobierno recurre a prácticas espurias para variar voluntades de opositores en los municipios y sumarlos a la agenda oficialista. Además, se sospecha que ha recurrido a mecanismos similares para “comprar” los llamados bots en redes sociales, con el propósito de utilizar cuentas falsas para mejorar la imagen gubernamental. Igualmente, se sospecha el Gobierno podría pactar con individuos de un sector de la oposición sobre los cuales hay investigaciones abiertas por ser sospechosos de presuntos delitos contra la administración pública.
En definitiva, no están dadas las condiciones para una reforma constitucional en estos momentos, que por demás está marcada por las sospechas y los sospechosos.