Opinión

Colaboración

Toda guerra es sacrificio

La guerra siempre será la negación de la humanidad, y sin importar sus razones o causas, inevitablemente conllevará muerte, dolor y sacrificio.

“Sangre, sudor y lágrimas” fue lo único que pudo ofrecer Churchill a un atribulado pueblo inglés que ni siquiera sospechaba que por delante quedaban cinco largos años de guerra. A diferencia de hace un siglo, la secuencia del dolor es invertida, pues esta vez la guerra vino después de la pandemia, con todas las funestas consecuencias económicas que esto supone en plena etapa de recuperación post Covid.

A nivel mundial ninguna sociedad podrá salir indemne; todos los países, instituciones, sectores, renglones, actores… todo el mundo sufrirá sus consecuencias, y las estadísticas y los analistas hacen pensar que serán largas y que apenas comienzan a vislumbrarse.

Como toda crisis, será también una oportunidad para repensar, redefinir, reformular; desechar lo que no sirve y apostar a lo que sí; decidir en torno a cuál modelo productivo será sostenible; modernizar los marcos normativos; construir nuevos pactos sociales y fiscales, etc.

El gobierno dominicano es consciente de la situación, y hay suficientes niveles de información e interconexión que permiten tomar decisiones sobre la base de supuestos convincentes, aunque hacia afuera no se aprecia una visión clara e integral de cómo funciona el todo, sino más bien se visualizan medidas focalizadas, limitadas y ajustadas en el tiempo.

Entendamos algo: nada será “temporal”, pues nada volverá a ser como antes.

Podemos autocomplacernos mientras pensamos lo contrario, pero otros países no lo harán y al final, esos marcarán la tendencia y arrastrarán al resto.

Un Nuevo Orden Mundial se está definiendo sobre la crisis sanitaria, económica y militar. Toca cerrar filas, toca minimizar la fricción política y evitar los desgastes inútiles en temas importantes, más no prioritarios en este momento; toca construir consensos y mayorías absolutas y legítimas, no mecánicas; toca entender que quienes tienen más deberán de pagar más, pero que todos tendremos que pagar la parte que nos corresponde, todos, sin excepciones.

Si la crisis no será temporal, sostenidas deberán ser las medidas de apoyo al sector agropecuario, financiero e industrial; supervisadas y monitoreadas para evitar distorsiones, sí, pero contundentes y decididas. Las medidas de corto plazo no pueden destruir nuestra capacidad nacional en el largo plazo, ni minar nuestra matriz productiva, todo lo contrario. Algún día todo esto terminará, y el día que pase, tendremos que salir más fuertes, si no, ¿para qué habrá servido todo este sacrificio?

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