TESTIGO DEL TIEMPO
Debemos retomar el conuco
Todos queremos que la Guerra de Ucrania termine pronto, pero seamos realistas, admitamos lo obvio: nadie sabe cuándo estallará la paz. Tras un lustro sin nuevas guerras, cuatro años de Donald Trump y el primero de Joe Biden, la industria armamentista “sufrió” mucho, ahora “se recupera”.
Ellos utilizarán todo su poder para extender el conflicto, definitivamente entramos a una nueva era de la incertidumbre.
Para los fabricantes y traficantes de armas Ucrania es un regalo del cielo, el gasto militar se disparará.
Contrario a incertidumbres anteriores, como la llamada Guerra Fría y la Guerra Contra el Terrorismo, esta trastornará los mercados, producirá desabastecimientos, hambruna e inflación a nivel mundial.
Rusia y Ucrania son grandes productores alimenticios, esta guerra se reflejará negativamente en las cocinas y mesas del mundo. Vienen grandes confusiones e incertidumbre monetaria mundial.
Rusia amarró su moneda, el Rublo, al oro, y demanda que le paguen su gas natural en Rublos. Europa no tiene opciones, debe buscar Rublos porque no puede vivir sin el gas natural ruso. Eso hará que el dólar pierda valor y, con él, todas las reservas naciones dolarizadas del mundo se desplomarán.
A la incertidumbre actual la posible hambruna y escasez alimenticia le añadirá inestabilidad política, muchos gobiernos pueden colapsar.
La globalización puede degenerar en especulación con la escasez. Una herencia de la pandemia fue dislocar los canales de suministro provocando escasez y carestía de muchos productos.
Rusia y Ucrania están entre los principales productores de trigo, soya, fertilizantes, y aceite de girasol, esperemos escasez y carestía de esos productos, también sus derivados.
La escasez alimenticia destruirá todos los modelos económicos basados en la importación y nos empujará a desarrollar la producción local.
La sustitución de importaciones será un imperativo de sobrevivencia.
Retornaremos al conuco, los huertos escolares, comunitarios y familiares.
Esa guerra nos moverá del petróleo a la energía renovable, y de la importación a la producción alimenticia.
La verdadera “seguridad alimenticia” la disfrutarán sólo quiénes tengan parte de sus necesidades alimentarias sembradas en su patio.
El Gobierno Dominicano, por ejemplo, no es responsable de esta guerra ni sus consecuencias, pero debe garantizar la alimentación de su población, promoviendo la producción alimenticia nacional.
Debemos volver al conuco sin demoras.