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EL INFORME OPPENHEIMER

Las “startups” latinoamericanas dan sorpresa

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ANDRÉS OPPENHEIMERSanto Domingo

Hay una nueva estadística po­co conocida, pero que debe­ría estar en bo­ca de todos: América Latina es la región del mundo don­de más está creciendo la in­versión en las empresas emer­gentes, o “startups.”

Cuando leí este dato, mi primera reacción fue de incre­dulidad. Pero según Crunch­base, una empresa líder en in­formación sobre startups, los inversionistas de capital de riesgo invirtieron un récord de $19,500 millones en star­tups latinoamericanas el año pasado, el triple de lo recau­dado el año anterior.

Eso convirtió a América La­tina en “la región de más rápi­do crecimiento en el mundo en inversiones en startups en 2021,” dijo la empresa. Y en el 2022, “los inversores son opti­mistas de que las cifras segui­rán creciendo,” agregó.

Todo indica que el año pa­sado no fue un accidente es­tadístico, porque las inversio­nes en startups han venido creciendo durante los últimos 10 años. Pero lo expertos di­cen que los nuevos datos su­peran todas sus expectativas previas.

“Nunca habíamos visto al­go así,” me dijo el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone. “El año pasado, hu­bo más inversiones de capital de riesgo en compañías tec­nológicas de la región de lo que habíamos visto en los úl­timos 10 años juntos.” La ma­yor parte de estas inversio­nes fueron a “startups” que ya son grandes, están en su últi­ma etapa de recaudación de fondos, y ya operan en varios países. Incluyen firmas como el banco en línea Nubank de Brasil, la empresa de servicios de entrega Rappi de Colom­bia, y la plataforma Bettertly de Chile, que le paga a gente por las calorías que quema ca­minando o andando en bici­cleta con dinero que recibe de miles de empresas.

Aunque América Latina ya tiene al menos 27 “unicor­nios” conocidos, o empresas que tienen un valor de mer­cado de más de $1,000 mi­llones, también hay un gran aumento de inversiones en startups que recién empiezan.

Hay una enorme canti­dad de pequeñas compañías emergentes con fines socia­les en la región. En los últimos meses entrevisté a varios de sus fundadores para el seg­mento titulado “el innovador de la semana” de mi progra­ma de televisión en CNN en Español, y están haciendo co­sas extraordinarias.

Laboratoria, una startup peruana cofundada por Ma­riana Costa Checa, ofrece cur­sos gratuitos de seis meses en programación informática para mujeres en áreas de ba­jos recursos, y luego las colo­ca en empresas de tecnología. Pachama, una startup dirigida por el emprendedor argenti­no Diego Saez, lucha contra el cambio climático vendiendo “créditos de carbono” a em­presas que le pagan a otras por plantar árboles o ayudar a conservar los bosques. Nilus, una empresa argentina co-fundada por Ady Beitler, recu­pera comida que los agricul­tores normalmente tiran por no tener la forma o el color re­queridos por los supermerca­dos, y la vende a precios más baratos a gente de pocos re­cursos.

La mala noticia es que las startups que más crecen en la región son casi siempre his­torias de éxito individuales, que riunfan una vez que se mudan a California o Flori­da. América Latina tiene una enorme cantidad de talento, pero la mayoría de los países no le dan financiamiento ni contactos internacionales a los jóvenes emprendedores que recién empiezan. La can­tidad de dinero que la región invierte en innovación es la­mentable. Mientras Israel in­vierte el 4.9% de su producto interno bruto anual en inves­tigación y desarrollo de nue­vos productos, Corea del Sur el 4.5% y Estados Unidos el 2.8%, la inversión promedio de los países latinoamerica­nos es de solo el 0.6%, según el Banco Mundial.

Asimismo, mientras que China y otros países asiáticos se han beneficiado de las in­versiones masivas de Estados Unidos y Europa, muchos go­biernos latinoamericanos es­tán ahuyentando a los inver­sores extranjeros, en lugar de darles una bienvenida de al­fombra roja.

En resumen, las startups latinoamericanas están cre­ciendo a toda máquina, pero todavía reciben una peque­ña fracción de las inversio­nes mundiales en empresas emergentes.

Si los países de la región aprovecharan su talento y pusieran la innovación en el centro de su agenda políti­ca, invirtiendo fondos y brin­dando contactos globales a sus emprendedores más pro­misorios, la región podría au­mentar drásticamente su cre­cimiento económico. ¿Qué están esperando?

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