Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

6 ideas para hacer brotar la felicidad que está dentro de nosotros

La felicidad está dentro de cada uno de nosotros, porque consiste en estar contento conmigo mismo

Por el nombre de este concepto se han escritos indefinida cantidad de libros. Millares de artículos han copado los periódicos y revistas de todo el mundo. Decenas de películas se han inspirado en este tema y han tratado de abordarla desde diferentes perspectivas.

Parece ser que su búsqueda es un denominador común a todos los seres humanos, no importa, la raza, religión o punto geográfico donde se encuentre. La felicidad, cuyo Día Internacional celebra el mundo en el día de hoy, ha intentado ser definida y explicada tantas y tantas veces que a fin de cuentas no queda del todo claro los elementos que la componen, parece turbia la manera de obtenerla, pero sobre todo nos queda la paradoja de que mientras más se busca, parece diluirse como agua entre los dedos.

Desde siempre hemos aprendido que hay que cumplir con una serie de requisitos para obtenerla y asegurarse de que ya la tenemos. Parece que acumular bienes, tener una pareja, tener buenas relaciones sociales, garantizan la dicha de poseerla. Sin embargo, hay tantos y tantos casos que nos enrostran que muchos han conseguido la lista antes mencionada y tristemente parecen no haberla obtenido.

No obstante, nos empecinamos en alcanzar ese ideal amparados en lo que nuestro propio sistema de creencias nos platea, sin jamás cuestionarlo o atrevernos a confrontarlo.

A continuación, algunas ideas para descubrir que la felicidad está mucho más cerca de lo que imaginamos: está dentro de cada uno de nosotros porque la felicidad consiste en estar contento conmigo mismo.

La felicidad tiene que ver más conmigo que con mis circunstancias

Ya lo decía el gran filósofo griego, Aristóteles, quien vivió en el siglo IV A.C. para él, la felicidad es un estado mental interno, que nada tiene que ver con el placer, riquezas o la fama que se pueda conseguir, pensaba, mas bien, tenía que ver más conmigo que con mis circunstancias.

Por mucho tiempo hemos pensado y actuado como si fuera lo contrario. Aprendimos a esperar la felicidad que venga desde afuera, que caiga desde el cielo, que si todo va bien pues soy feliz, pero si las cosas no andan bien, pues sería mi fracaso. En otros casos, endosamos esta responsabilidad, que debe ser de cada individuo, a otras personas o situaciones azarosas. Una de las frases más contundentes del gran psiquiatra y psicólogo suizo, Carl Gustav Jung, es la siguiente: “Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta”.

Hoy es un buen día para girar el foco, y en vez de direccionarlo hacia afuera, hacia el azar, a todo lo que es exterior, la invitación es a tornarlo hacia nosotros mismos y darnos cuenta de que la decisión de ser feliz corresponde a cada uno de manera particular.

Evita compararte

“El pasto del vecino siempre lucirá más verde que el tuyo”, esta afirmación nos advierte de que es innecesario e ilógico vivir comparándonos con los demás. No es saludable vivir midiendo el grado de satisfacción de nuestra vida con relojes ajenos. Cada quien lleva su ritmo. Si vemos la vida como un camino, siempre tendremos personas que van delante y otras que vienen detrás. Si entramos en este espiral dañino de comparación es mucho más difícil que estemos contentos con nosotros mismos.

Hoy es un buen día para hacer consciencia que la única competencia posible es contigo mismo, pues cada quien tiene su historia, sus recursos, sus fortalezas y oportunidades de mejora y con estas herramientas es que debe labrar su día a día de una manera saludable y amable consigo mismo.

La felicidad no es ausencia de problemas

Aunque hayamos aprendido a que esta sería una excelente definición para la felicidad, la ausencia de problemas, es precisamente, todo lo contrario. La felicidad, mas bien, consiste en resolver problemas. La vida está llena de ellos. Van y vienen. Aquí la palabra clave es resolver.

Una vida sin ningún desafío, con ausencia total de recovecos, es estéril y para nada realista. De hecho, países con niveles socioeconómicos muy elevados, están lejos de estar en el ranking de naciones más felices. Esto nos lleva a pensar que el dolor, los desafíos constantes que nos plantea la vida, además de útiles para nuestro crecimiento y desarrollo, son necesarios.

¿Qué emoción tendría una montaña rusa de línea recta? Sería muy aburrida. De alguna manera, de esta misma forma, los altibajos que nos plantea el hecho de estar vivos, dotan de significado la existencia.

Ya no seas víctima

Decía Buda, que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. De alguna manera hemos aprendido a ver el sufrimiento como un sentimiento redentor, y esto, por supuesto, no es cierto ni es saludable para nuestro bienestar psicológico. ¿Para qué sufrimos? Sería la pregunta apropiada. ¿Cuál es la ganancia secundaria?

Dejar de ir de victima por la vida es una excelente decisión para que aflore la felicidad que ya llevamos dentro. Una cosa es ser victimizado, eso viene del exterior, no lo puedo controlar. Por ejemplo, si me asaltan en la calle, fui victimizado, tengo poco o ningún control sobre esto. Sin embargo, el victimismo procede del interior. Nadie puede convertirnos en víctima excepto nosotros mismos.

Tal como lo explica de manera magistral Edith Eger en su libro “La Bailarina de Auschwitz”. “Nos convertimos en víctimas, no por lo que nos sucede, sino porque decidimos aferrarnos a nuestra victimización. Nos convertimos en nuestros propios carceleros cuando optamos por limitarnos mediante la mentalidad de víctima”.

No puedo evitar que algún acontecimiento desagradable me lastime, no obstante, hacer de este hecho una consternación eterna, sí es mi responsabilidad.

Aquello de que estoy mal por culpa de otros es otro claro ejemplo de lo fácil que caemos en esto. No puedes responsabilizar a los demás por tu bienestar emocional. Si bien es cierto que no podemos controlar el pensamiento o las acciones de terceros, sí podemos poner límites, sí podemos decir lo que no nos gusta, lo que estamos dispuestos o no a tolerar de esa relación, podemos tomar la decisión de distanciarnos de alguna relación o lugar donde ya sentimos que no pertenecemos, y todo esto sí es nuestra responsabilidad.

Lo que te molesta del otro tiene que ver contigo. Los demás nos funcionan como espejos que reflejan algo que debemos trabajar y sanar dentro de nosotros. Obviamente lo fácil, es señalar a otros en vez de asumir lo que me corresponde, y esta sería la ganancia secundaria de vivir como víctimas, no cambiar, evitar asumirme.

Cuida tus pensamientos

nuestros pensamientos crean la realidad. De la calidad de nuestros pensamientos depende la calidad de nuestra vida. Si pienso que me irá mal en la vida, que soy un tonto, poco inteligente, desgraciado, desdichado, por solo mencionar algunos calificativos que en muchas ocasiones nos decimos a nosotros mismos, es muy probable que termine siendo esto, pues no intentaré ganar, ni luchar, ni esforzarme, ya que, si es lo que creo, inconscientemente haré acciones para que mi teoría se demuestre. En psicología llamamos a esto: profecía autocumplida.

Esta idea nos plantea que una vez que hacemos una afirmación, activamos mecanismos y acciones inconscientes para que dicha predicción se convierta en realidad. No es nada mágico, es mas bien lógico. Si estoy convencido de algo, al margen de que sea real o no, esto tendrá consecuencias en mi realidad.

Una de las frases más famosas de Buda es “Ni tus peores enemigos pueden hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”. El enemigo no siempre está afuera. Lamentablemente, somos nosotros mismos. Andamos con una especie de garrote que, al primer fallo, nos golpeamos de la manera más ruda posible. Hoy es un buen día para comenzar a tratarnos con mayor amabilidad, con compasión, no con lástima, sino con el amor con el que tratamos a los demás y no somos capaces de hacerlo con nosotros mismos.

Despierta

Para ser feliz debemos estar despiertos. Despertar significa que antes de querer cambiar a los demás, como solemos hacer, debemos cambiar nosotros. Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia. Puede ser que las cosas sigan igual, pero como he cambiado mi manera de verla, para mí ya es diferente. No vemos el mundo como es, lo vemos como somos.

Por eso una misma idea, puede tener varias interpretaciones por un grupo determinado de personas. Cada quien tendrá su opinión amparada en su sistema de creencias.

Lo que trae angustia y dolor emocional no es lo que nos pasa, sino la interpretación que hacemos de aquello que nos pasa. La realidad es neutra. Nuestra programación nos lleva a etiquetar con frecuencia con el rótulo de buena o mala suerte cada acontecimiento que acaece en nuestra vida. Puede ser bueno, puede ser malo, depende de nosotros.

Anthony de Mello, sacerdote jesuita y psicólogo, en su libro “Autoliberación interior”, plantea que la infelicidad no viene de la realidad sino de los apegos. “Para ser feliz no has de hacer nada, ni conseguir nada, sino deshacerte de falsas ideas, ilusiones y fantasías que no te dejan ver la realidad. Eso sólo se consigue manteniéndote despierto y llamando a las cosas por su nombre. Estar despierto es no dejarse afectar por nada, ni por nadie. Y eso es ser libre y feliz”, advierte.