POLÍTICA Y CULTURA
Somos mixturas de partículas y sensaciones…
Aldous Huxley escribió que los seres humanos constituyen una especie de anfibios múltiples cuya existencia transcurre de modo simultáneo, en media docena de universos radicalmente diferenciados: el molecular y el ético, el fisiológico y el simbólico, el mundo de la experiencia subjetiva –imposible de transmitir- y el mundo público del lenguaje y de la cultura, de la organización social y las ciencias.
Capacitados para hablar, pensar y transmitir el conocimiento acumulado de generación en generación, los seres humanos son incomparablemente más inteligentes que el más inteligente de los animales.
Pero a la vez, Huxley, precisó que los humanos pueden asimismo mostrarse incomparablemente más estúpidos, infelices, crueles y rapaces que la más salvaje e irracional de las bestias. Las bestias son solo bestias y eso es todo.
En cambio, hombres y mujeres tienen la capacidad de transformarse en lunáticos y demonios. También son capaces de ser en extremo humanos. Muchas veces incluso algo más que humanos: santos, héroes o genios.
Claudio Lomnith citado a Marshall Sahlins, dice que éste, haciendo eco de Kropotkin y de una vasta literatura más reciente, la idea de Hobbes, de que el hombre es el lobo del hombre, no sólo insulta la naturaleza del hombre, sino también del lobo, que no ha sido nunca el animal anti social que Hobbes imaginaba.
Qué forma, dice Sahlins de difamar a la manada gregaria del lobo, con sus modalidades de deferencia, intimidad y cooperación que son justamente la fuente de su orden perdurable.
Cabe recordar que, a fin de cuentas, el lobo es el antepasado del mejor amigo del hombre. Aunque existen varios tipos de lenguajes, solamente el hombre posee el tipo de lenguaje, de signos lingüísticos, el cronograma fonético y ortográfico de la palabra.
Ningún animal puede comunicarse como lo hace el ser humano, a través de la lengua, de la codificación simbólica y la asociación de la imagen y el sentido de las cosas. Marx dijo que el peor de los arquitectos es mejor que la mejor de las abejas, porque el primero es capaz de erigir el edificio en su imaginación antes de levantarlo en la realidad.
Pero en toda su diversidad histórica, el ser humano solo puede sostener su epifanía vital narrando su experiencia, su ciclo rotatorio de acontecimientos y situaciones, en el cual, interactúa, florece y se desgarra, sueña y muere.
La historia es continua, implícita y voraz como carta de presentación social y humana. De ella no podemos liberarnos impunemente. Todo desgajamiento implica nulidad absoluta del ser, imposibilidad de conectar con el entorno, pérdida de la experiencia como aprendizaje y conocimiento.
Por ello, las memorias de los dignatarios y de los hombres sencillos, se escriban o no, son resultantes de narraciones, ajustes de cuentas, práctica social y conflictos derivados de esa lucha frontal de la criatura humana contra el medio, para sobrevivir. Somos amasijos de partículas y sensaciones que la cultura incorpora al entendimiento.
Con la vida datada y a merced del azar, la endeble conciencia oblitera el pensamiento lineal, las pinceladas proteicas de la diferenciación en una contradicción perpetua en la cual, los universos que Huxley propuso para explicarnos nuestra condición de anfibios múltiples, adquiere sentido orgánico y sicológico.