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OTEANDO

Una Babel innecesaria

El Covid es un virus del que, por mucho que creamos saber, seguimos sabiendo poco. Todos opina­mos sobre él de manera desenfre­nada. Todos aportamos consejos para su prevención o mitigación. Todos estamos afectados de una u otra manera por su aparición, las personas de manera individual, las naciones de manera colectiva. Ningún país tiene en sus manos la solución definitiva de esta pande­mia. Y una muestra de ello es que aun los más desarrollados pade­cen sus inclemencias.

En la República Dominica­na, hay que admitirlo, tanto el gobierno pasado como el actual han puesto su mejor empeño en gestionar la crisis sanitaria de­rivada del Covid con la mayor presteza, uno y otro, claro, en­frentando realidades diferentes, porque nada es estático y cada segundo que pasa hay una va­riable –política, social o econó­mica– que afecta el desempeño cotidiano.

Sin embargo, quisiera llamar la atención de nuestra clase di­rigente en relación con la Ba­bel que ha desatado la cuestión del regreso a las clases presen­ciales sugerido por el Ministerio de Educación. No le encuentro sentido desde ninguna perspec­tiva. Considero que tanto los que dirigen áreas importantes del Estado como los que dirigen gremios, organizaciones no gu­bernamentales o instituciones legitimadas –política, jurídica o socialmente– deben anteponer el interés general a sus opinio­nes particulares.

Sé que hacer prevalecer nuestras opiniones nos repor­ta reconocimiento público, pe­ro hay cosas en relación a las cuales no vale la pena procu­rárselo, so pena de ser conside­rado egoísta, vanidoso o medio­cre. Ahora no es el momento de pelearnos por la preeminencia personal y, aunque estoy seguro que el peor problema no son las posiciones de los distintos lide­razgos, sino el empeño que po­nen algunos observadores en colorear la geometría discursi­va de aquellos, el país reclama la sensatez de todos y resultarán más admirados y mejor estima­dos los que sean capaces de con­ciliar en vez de propiciar el es­pectáculo del momento.

Si enfocamos teleológica­mente las distintas actitudes na­die podrá atribuir a ninguna de ellas pretensión de dañar. Todos queremos lo mejor para el país. Así, cuando el Ministerio de Sa­lud recomienda el trabajo remo­to o el de Educación el regreso masivo a clases o la ADP plantea un compás de espera, lo hacen en la creencia de que es lo mejor. Sin embargo, todos no pueden tener la razón al mismo tiem­po. Se impone, pues, que los tres procuren el consenso y lo logren. No nos defrauden.

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