VIVENCIAS
Sobre Dios
A Dios se le entiende a partir de la creatio in nihilo (creación a partir de la nada) y no la creatio ex materia (a partir de la materia), ya que de Dios adquirimos la certeza del mayor bien que se puede hacer estando y contando con él cada día.
Mientras más contemplamos a Dios, con más ansias le seguimos por su bondad inmensa aleja la ignorancia; diríamos, como John Milton en su poema On his blindmess (Sobre su ceguera, v. 9-11) “Dios no necesita ni de las obras del hombre ni de sus dones; aquel que lleva mejor su suave yugo es el que mejor le sirve”.
Parafraseando a san Juan de la Cruz, solo basta conocer y amar a Dios para darse cuenta de que nada es menos que él; en palabras de Felicité Lamennais Pages et pensés catholiques (Paginas y pensamientos católicos, p. 231) si “eliminan a Dios del Universo este no será más que una gran ilusión”.
Es difícil olvidarse de Dios cuando se vive su gracia y se disfruta a plenitud de su creación, lo precisa Inmmanuel Kant, la “imperiosa necesidad que tenemos de creer en Dios y persuadidos de su existencia, hace innecesaria su demostración” (Beweisgrund des daseins gottes (Prueba de la existencia de Dios II, 205, 1763).
Dios nos ha dado a conocer todo cuanto la naturaleza ofrece, y así vencer la soledad que nos arropa, comprendiendo que su voluntad es nuestra paz, entendiendo, como escribió Jean Reyneaud en Tierra y cielo, que solo podemos encontrar a Dios en las “más íntimas profundidades de nuestro corazón, ahí donde existe algo infinito”.