PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

La realidad más dulce y desafiante: un niño

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Nada más parecido a nosotros y sin embargo, irreductiblemente diferente. En cada familiar recién nacido, descubrimos todo lo que aún pugna por nacer en nosotros. Un niño, una recién nacida es vida no puede esperar, jamás hace fila. Tiene derecho a interrumpir nuestros pensamientos más sublimes para que atendamos su hambre, su sed y otras necesidades que. sin oler bien, las tratamos con etiqueta dorada.

El niño es el gran relativizador e interruptor de sueños, porque obliga a bajar a la realidad. El niño sin palabras siempre supone una relación íntima. Conmina a olvidar los grandes discursos para organizar el techo, la comida, el orden, la seguridad y las decisiones que jalonan el camino hacia el futuro.

La niña recién llegada sin reloj es dueña exigente del tiempo de todos, especialmente de la madre. Solo se para por ratos para dormir sin que usted sepa muy bien dónde encontrar sus pilas o quién le da cuerda.

Todavía no camina, pero usted camina mientras ella llora en la madrugada. Ahora la mece, mientras le susurra tiernamente retazos de cantos lindos, aprendidos cuando usted era el único público de su madre, victoriosa del trasnoche y la desesperación.

Esa criaturita posee mecanismos para exigir perentoriamente nuestra respuesta: llantos en varios tonos, desde el mí mayor sostenido hasta el do de pecho, risas espontáneas de sinceridad angelical, súbitas, descontroladas con gorgojeos en arpegios. Usted no ve el día en que hable, luego querrá que se calle y más tarde mendigará una palabrita del hijo ausente.

¿Podrá ustedes encontrar los argumentos para rebatirle a su recién nacido toda esa algarabía de ruidos inconexos en los que usted discierne un planteamiento ignorado, que defendería sin pensarlo dos veces con su propia vida? ¿No le sorprende cómo usted atiende embelesada a sus gorgojeos como si escuchara la novena sinfonía interpretada por la orquesta de Berlín conducida por el mismísimo Ludvig van Beethoven? ¿Podrá resistirse a ese hijo con bracitos extendidos hacia usted?

En este tiempo navideño, de pronto, caemos en la cuenta de que algo sabía Isaías sobre el estilo del Señor cuando escribió: “… un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9, 6).

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