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La Cumbre por la ‘Democracia’

La proclama “¡Estados Unidos ha vuelto!” hecha por Biden a pocos días de convertirse en mandatario estadounidense comenzó con un acercamiento a la OTAN y sus aliados europeos; con discursos igual de duros que los de su predecesor respecto a China y Rusia, quizás con la idea de construir una ofensiva diplomática que instalara en el imaginario global la percepción de que su país aún está en control como fuerza hegemónicas, sin darse cuenta que sus cañones diplomáticos carecen de las municiones financieras, de mercados y económicas que se distribuyen en una acentuada multipolaridad que debe conducir a un mundo de intereses comunes que cambia a ritmo de parpadeos, dejando una estela de perdedores y un horizonte abierto para los que puedan asirse de las herramientas de última generación que la innovación pone en manos de los visionarios capaces de interpretar las transformaciones que se producen en sociedades que mutan.

La estrategia de reconciliación con sus tradicionales aliados maltrechas con las filtraciones de WikiLeaks, los roces derivados del “impuesto google”, los bloqueos al proyecto “Nord Stream 2” y otros desencuentros diplomáticos, comerciales, financieros y geoestratégicos, como el papel y presupuesto de la OTAN, sufrieron, en medio de la incertidumbre y desconcierto, nuevos desencuentros al procurar nuevas alianzas diseñadas ante nuevos desafíos geopolíticos, expresados , por ejemplo, en la decisión China de resguardar su integridad territorial, lo que le condujo a la alianza estratégica del EUKUS que reabrió las frescas heridas con Europa, y sobre todo con Francia, que no solo había enfrentado a EE.UU. en cuestiones comerciales en defensa de sus agricultores, en asunto relativos de las empresas tecnológicas, en su discurso de crear en Europa unas fuerzas armadas propias y la definición de una diplomacia independiente de la estadounidense.

El afán de volver al escenario global como eje central para la definición de la agenda planetaria no está resultando, el afianzamiento de la multipolaridad le juega en contra, y entonces comienza a apostar a la polarización con China tratando de crear un frente “liberal” que se le oponga, mine el avance de alianzas estratégicas del gigante asiático y frene el amenazante proyecto de la Franja y la Ruta que, partiendo de los principios de “beneficio mutuo” y “ganancias compartidas”, ha logrado calar con tal profundidad que no solo se extiende por Asia y África, sino que llega a Europa y América Latina. Y la razón es que los países que ven hacia el futuro no quieren estar en el grupo que el proceso de reacomodo geoeconómico y comercial va colocando en el pretérito que se convierte -en la medida que se profundizan los cambios- en referente testimoniales: en símbolos de retranca que el empuje civilizatorio aplastó.

“La Cumbre por la Democracia” es un nuevo esfuerzo por recuperar el liderazgo; convocada para oponerla a lo que EE.UU. define como regímenes “autoritarios”, pero resulta, como afirma The Economist en un análisis publicado en 6 de diciembre de 2021 que titula “La Cumbre por la Democracia no es tan democrática” ya que “los países invitados reflejan la política estadounidense más que los valores democráticos”, y hace referencia a que de los 110 países invitados muchos tiene déficit democrático, y que incluso EE.UU. ha caído en las valoraciones que definen a un país democrático colocándose por debajo de 60 países, de acuerdo a Freedom House, que ha elaborado un esquema de puntajes de libertad dejando de lado lo relativo a la distribución del ingreso, la falta de oportunidades, niveles de pobreza, difícil acceso a la salud y educación, insatisfacción de la población con el sistema de gobierno -todas características de regímenes con democracias iliberales o autoritarias- y el incremento de la violación de los derechos humanos y civiles en el país convocante y otros convocados que contrastan con excluidos del encuentro que no responden a los intereses estadounidense, aunque exhiban valores que conjuguen la democracia electoral al estilo occidental con la democracia económica y social que encaja perfectamente con la popular que le da sentido a la libertad y se traduce en satisfacción ciudadana.

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