Abolición de la esclavitud

Ser libres. Al celebrar en el día de hoy la abolición de la esclavi­tud, celebramos una gran fies­ta: es la fiesta de la libertad. Podemos decir “ser libres” y es­ta libertad es proclamada de muchas ma­neras. Muchos de los de raza negra sufrie­ron la esclavitud así como otros pueblos. No importa la raza a la que hayan pertenecido: la abolición de la esclavitud nos aparece co­mo una cosa cierta. Sin embargo existe la es­clavitud. Nosotros mismos nos hacemos escla­vos de nuestras propias pasiones. Por eso Cristo siempre aparecerá como el que vino para que seamos libres. Siempre recuerda cuando dices “esas cadenas que tú llevas y que yo tengo pues­tas quienes las creamos fuimos nosotros mis­mos”. Hay otros que elaboran otras cadenas pa­ra esclavizar a hombres, mujeres, niños y niñas. Dios no quiere la esclavitud. Dios nos deja libres y Cristo nuestro Señor, el Hijo de Dios, viene y seguirá viniendo para que seamos libres y ayu­demos a otros a ser libres y que jamás haya es­clavitud de ningún tipo entre nosotros.

Hasta mañana si Dios, usted y yo lo queremos.