PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Hitler y Stalin, plumajes diferentes, picos igualitos
Uno comprenderá mejor los inicios de la Segunda Guerra Mundial si recuerda que Hitler y Stalin fueron estrechos colaboradores, especialmente entre agosto de 1939 y junio de 1941.
Hitler rechazó el marxismo, el materialismo y el totalitarismo burocrático. Su Estado no adoptó la misma forma que el comunismo ruso, pero el nacionalsocialismo tenía paralelismo con el comunismo ruso, en una medida mucho mayor, que su parentesco con el fascismo. Stanley Payne (1980) elaboró una lista de los parecidos. Resalto siete.
Destaquemos primero que tanto el nacionalsocialismo como el comunismo nacional ruso se fundaron sobre una teoría de la acción revolucionaria, según la cual el éxito en la práctica daba validez a la innovación ideológica. Esto se vio claro a medida que la Unión Soviética fue abandonado gradualmente importantes aspectos de la teoría marxista tradicional.
El Nazismo y el comunismo se cimentaron sobre las doctrinas revolucionarias de la “lucha constante”.
Un tercer aspecto les acerca: ambos profesaron un elitismo rígido y el principio de la jefatura: era nacionalsocialista quien siguiera a Hitler; un bolchevique no era necesariamente un marxista, sino quien obedeciera a Lenin. Este culto ciego, arrodillado y personalista mutó en variante caribeña.
Cuarto, ambos construyeron una dictadura unipartidista independiente de cualquier clase determinada.
Quinto, Lenin, Trotsky y Hitler atribuyeron gran importancia no sólo a una milicia política (que era cada vez más frecuente a fines del siglo XIX y principios del XX), sino a un partido-ejército, con un ejército regular controlado por el partido. Ya en 1943, Hitler había empezado a introducir “oficiales incondicionales” en el ejército regular, como equivalentes de los comisarios soviéticos.
En sexto lugar, Hitler y Stalin valoraron la autarquía y una intensa militarización, aunque la ausencia en Alemania de un sistema y una economía de burocracia estatal autoritaria hizo que esto se implementara de una forma no tan completa como en Rusia.
Séptimo, comunismo y nacionalsocialismo alcanzaron una proyección internacional. Su nuevo mito ideológico empujó hacia un lado a las ortodoxias imperantes y fue capaz de obtener una respuesta internacional nada desdeñable. Las variantes de la ideología nazi y de la fascista constituyeron las últimas innovaciones ideológicas notables del mundo moderno después del marxismo. Payne escribió: “el nacionalsocialismo hitleriano tenía más paralelismo con el comunismo ruso que con ningún otro sistema no comunista.” (Stanley G. Payne, 1980, El fascismo).