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Cohesión local y prudencia

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Cristhian JiménezSanto Domingo

Los haitianos desesperan, mientras la co­munidad inter­nacional, pese a ensordecedores llamados, sigue “sorda, ciega y muda”.

República Dominicana, sa­biéndose sola, busca aliados también afectados por com­plejos flujos migratorios mix­tos. Hasta ahora solo los pe­queños Costa Rica y Panamá.

Ruidoso el silencio de la metiche OEA, mientras la ONU, de sucesivos fracasos en Haití exhibe una pruden­cia impropia de su agilidad interventora en crisis en el hemisferio.

Estados Unidos, histórica­mente capaz de desembar­car en una isla del Caribe 42 mil marines para “salvar” un puñado de vidas, hoy duda ante la provocación del pla­gio de 16 de sus ciudada­nos y un canadiense. Como cuando usted rehúye pelear y le escupen la cara. (En las dos últimas semanas se ha especulado sobre un rescate “de película”).

El presidente Abinader adelantó algunas medidas ante el agravamiento de la crisis en Haití y sorprendió gratamente al país al con­vocar al liderazgo político, congresual, empresarial y gremlal para explicarles la gravedad de la situación y consultarles sobre posibles soluciones.

Veintiocho partidos y agrupaciones políticas res­pondieron a la cita con re­presentaciones de alto nivel, lo que evidencia ma­durez, aunque aún no al­cancemos a Estados Unidos donde los expresidentes re­ciben los mismos informes de inteligencia que el man­datario de turno, aunque se discutió exceptuar al des­equilibrado Trump.

Es fundamental que un país esté cohesionado en te­mas de seguridad nacional, lo que no descarta el ejerci­cio opositor sobre asuntos cotidianos y hasta estraté­gicos. Se puede “negociar en París (hasta con vino) y continuar los enfrenta­mientos en Vietnam”.

Hoy está prevista la segun­da reunión para tratar agu­dización de la crisis política y de seguridad de Haití y la recepción y ponderación de propuestas. El gobierno debe aguzar la puntería y enviar los mensajes adecuados a la comunidad internacional y evitar precipitaciones que generen confusión o que re­quieran aclaraciones defen­sivas.

La revisión rigurosa a futuro de los visados estu­diantiles fue mal comunica­da lo que afectó la cohesión nacional en torno a la pos­tura presidencial.

Peor aun con el anuncio de suspensión de los servi­cios de salud a indocumen­tados, salvo los casos de emergencia, lo que facilita una campaña en contra de RD. Y para colmo con una medida impracticable.

El tema, por más vuel­tas que podamos dar, es de control fronterizo: si no en­tran no llegarán a los hospi­tales.

En el caso de los haitia­nos establecidos irregular­mente en suelo dominica­no no se le puede negar la atención en salud, ya que es un derecho fundamental que no se pierde por la con­dición de indocumentado.

Y por el otro lado, no es momento para sacar a los irregulares, en momentos de quiebra del aparato pro­ductivo haitiano, inseguri­dad creciente, control pú­blico territorial de parte de bandas violentas y despla­zamientos internos y deses­peradas huidas al exterior.

Desesperados los haitia­nos establecidos aquí por la inseguridad de sus fami­liares en Haití, no debemos intranquilizarlos más, para que incluso puedan reme­sar y auxiliar económica­mente a sus parientes.

Es quitar volatilidad a la olla de presión como cuan­do vendemos combustibles y alimentos a los haitianos que evaden con sumo ries­go a los grupos violentos y cruzan a este lado.

Firmeza frente a las irres­ponsables élites haitianas que tratan de arrastrar al liderazgo nacional a discu­siones estériles, con el vie­jo e insensato truco, de unir dentro con la fabricación de un enemigo externo, lo que no es difícil al exacer­bar viejas animosidades en­tre segmentos de grupos ve­cinos.

Y continuemos las exi­gencias a la comunidad in­ternacional, enfocados en los colonizadores que re­ventaron a pequeños y otro­ra ricos pueblos.

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