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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¡Ay qué calor!

¡Diga usted! Estos días que han pasado, han causado gran molestia a aquellos que, a pesar de vivir en una isla caribeña, no estamos acostumbrados a temperaturas tan altas. Sin duda, se nos ha hecho difícil la cosa. ¡Y si nos ponemos a hacer memoria, nos daremos cuenta de que probablemente la frase más repetida en este verano ha sido “¡Ay que calor!”. Tal vez lo decíamos como una manera de desahogarnos y aliviar un poco la situación, pero por más que lo repetíamos, eso no hacía la cosa más llevadera.

Cada uno trata de buscarle la vuelta al calor como puede (o a la calol como algunos suelen llamarle), algunos se sientan a la sombra de una matita, otros convierten cualquier objeto en un abanico de mano, muchos otros recurren a un delicioso “Yun yun” o piden una fría al colmado más cercano. Pero por más ingeniosos que nos pongamos, es difícil dar en el clavo y conseguir una fórmula que haga posible aligerar esta situación.

Pero si planteamos esto a nivel espiritual, el calor no es malo, al contrario, mientras más arden nuestros corazones hacia Dios, mejor está la cosa. El calor en lo espiritual es sinónimo de fuerza, de amor, de compromiso. Hasta el Espíritu Santo se presentó en Pentecostés como lenguas de fuego y hoy en día lo seguimos representando en ocasiones como una llama ardiente.

Esto me hace recordar las palabras de Jesús que nos invita a ser fríos o calientes, porque Él rechaza la situación intermedia. ¿Pero quiénes son los tibios que Dios r e chaza? Aque - llos que, habiéndolo conocido, se alejan de Él, aquellos que se hacen l lamar creyentes , pero que viven como si no creyeran. Jesús nos dice que es mejor ser fríos, es decir, nunca haberle conocido, que proclamar con nuestros labios que lo conocemos, pero mostrar con nuestras obras lo contrario.

El mundo de hoy necesita gente decidida, que luche por los buenos ideales, tenemos un llamado a enfrentar las situaciones con ánimo y entusiasmo, tanto en nuestro círculo privado, como en nuestras labores sociales. La situación está difícil, pero ten ánimo y no dejes que se apague en ti el calor del Espíritu de Dios.

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