La idiosincracia criolla

Me cuenta un amigo - ejecuti­vo impor­tante de un gran banco del país -, que cuando residía en la ciudad de New York como exiliado económico, por allá por los años ochenta, él y un grupo de amigos, todos dominica­nos, se reunían a ver el pro­grama Santo Domingo Invi­ta, no solo para disfrutar de su contenido inspirado en el país, sino también para ver los estrenos de los comer­ciales de Barceló de la época que recogían escenas, perso­najes, instancias y figuras no­tables de diferentes regiones del país.

Esto nos da una dimen­sión de la trascendencia de esos comerciales y de lo mu­cho que significó para la in­dustria publicitaria la sa­ga Barceló. La idiosincrasia criolla quedaba retratada en estas piezas publicitarias y ese hecho produjo nostal­gias especiales en los que al ver esa publicidad desde le­jos, veían al país y su gente.

Nos parece también que la excelencia de esta cam­paña también le endosó una reputación especial a su ideólogo, el creativo publi­citario y dueño de agencia, Nandy Rivas, quien además se consagró como creativo publicitario con este acierto.

Recuerdo que cuando se convocaba a la prensa para presentar en privado estos comerciales, todo el mundo acudía en masa a cubrir este evento, no solo por la noticia misma, sino también por la curiosidad de saber qué co­sas nuevas traía la campaña que deslumbró a los domini­canos por años. Ciertamen­te los comerciales de Barceló de esa época eran una sen­sación. Con mucha gracia y habilidad, combinaban va­rios caminos creativos como el humor y la música, y lo acompañaban con una her­mosa fotografía y unas histo­rias bien contadas que pro­ducían un impacto singular en todos los segmentos de la población. Aquellos comer­ciales de Barceló se queda­rán en la historia de la publi­cidad local como modelo de excelencia creativa.