Convocatoria en pie

Hoy lunes empezará a circular la convocatoria del presidente Luis Abinader al liderazgo nacional que anunció en su discurso de la semana pasada. Iniciará con el sector político y continuará martes y miércoles con los demás núcleos de importancia. El escenario será de expectación e intriga, y no por el diálogo, por el contenido. Falta saber si será incluyente o excluyente, y cada situación cuál sí, cuál no, pues de una u otra dependerá la fluidez y el resultado.

El mandatario habló de cese de diferencias políticas, y ya la condición, si lo fuere, agrieta el entendimiento. Nadie querrá dejar el arma afuera, y ni siquiera el celular. No es que se vaya en ropa de faena, pero tampoco de niño explorador. Conviene entender de entrada que cada fuerza política va con su intención y que ninguno movido por los supremos intereses de la nación.

Además, el apresto es muy ambicioso, y si el consenso por separado hasta ahora no logra el cometido ¿qué esperar de las reformas consideradas en su conjunto?

La peor diligencia es la que no se hace, y la circunstancia se presta adecuada, ya que ninguno de los partidos tiene clara su perspectiva.

Saben que tienen que hacer algo, pero no qué ni cómo, y no es fácil emprenderla con un gobierno cuya soberbia se sustenta en un apoyo popular de más de un setenta por ciento.

Según sus encuestas, que hasta ahora parece que no le han preguntado al precio del pollo. Los potenciales convocados no han puesto tema sobre la mesa, y la prudencia parecería buena, pero el agua mansa es peligrosa. Siempre en los recodos toma velocidad.

La modificación constitucional, por ejemplo. No se dice, pero se dirá. Poner la mano a la Carta Magna solo para dar rango sustantivo a la independencia del ministerio Público sería gastar pólvora en garza.