Opinión

EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

El país creciendo, y mucho, a pesar de la Covid-19

La Covid-19 obligó a las na­ciones a reco­nocer su exis­tencia.

Invisible, intangible ca­si, impredecible y, sin em­bargo, generalizada, conquistó los espacios pú­blicos e íntimos, traída y llevada por los organismos humanos, especialmente las juventudes.

No la detuvieron las alarmas de la Organiza­ción Mundial de la Salud (OMS) ni sus estrategias. Antes que ceder, se hizo parte de la vida de la gente y las naciones; devino en­démica y el mandato estra­tégico no se hizo esperar: Hay que aprender a vivir con la Covid-19, orientó la OMS. Un organismo invi­sible, sin tamaño, lograba una presencia gigantesca, doblegando a la especie “dominante” del planeta. Hasta que llegaron las va­cunas…

Hoy, a un año y cuatro meses del ingreso al terri­torio dominicano del virus Sars-COV-2 que la causa, las gráficas de incidencia y positividad que el Mi­nisterio de Salud Pública (MSP) suple en su boletín 501 indican consumo de recursos hospitalarios que van desde el 20% al 31% de la capacidad nacional instalada, una positividad diaria de 13.24% y 14,470 casos activos (0.137% de la población nacional), si por “activos” entendemos los rastreados por nuestro sistema de salud en una población que irracional­mente decidió automedi­carse para no contagiarse en las multitudes de clíni­cas y hospitales y buscar vacunarse.

La evolución de la Co­vid-19 en el país —según tales gráficas— induce a afirmar que al 21 de ju­lio del 2021 la incidencia viral era menor, expresa­da por el número de casos nuevos, pero que el pano­rama persiste riesgoso si se observa el promedio de reportados en los “últimos 7 días”. Esta varianza in­forma esa desconcertante ambigüedad de la movili­dad viral. Aunque actual­mente se cuentan 190 ca­sos nuevos, -28.03% que los informados el 1 de sep­tiembre 2020, el descen­so en el promedio de casos producidos en siete días es la mitad (-14.94%), aspec­to a considerar como asin­cronía riesgosa.

Venciendo esa situación, sin embargo, la economía dominicana experimen­ta un poderoso repunte, dejando ver la calidad de pueblo laborioso y dedica­do que somos. Crecimien­to de las remesas a niveles jamás vistos; ingreso de capital fresco indicando la confianza de los emisores de dinero y, cerrando ju­lio, un repunte interanual del PIB de +12.7% que, respecto, a igual período prepandémico (2019) es +4.7%.

Lo importante de tal crecimiento es que ani­da en los sectores produc­tores de riqueza: cons­trucción (42.2%), zonas francas (31.7%) y manu­factura local (14.3%). Y, junto a esto, la recompo­ sición del turismo hasta el 80% (en julio 2021), res­pecto a sus niveles pre Co­vid-19. La inflación, tam­bién se modera, perdiendo 1.15%.

El gobierno nacional ha tenido la previsión de avi­tuallarse de dólares (has­ta 14.4% del PIB), para garantizar el suministro interno ante posibles va­rianzas, incertidumbres y riesgos externos, priori­zando apreciar —es lo no­vedoso y conveniente— el signo monetario en +2.1%. Para continuar estimulando el creci­miento, el Banco Central dominicano mantiene la tasa de política moneta­ria en su mínimo históri­co: 3%.

Halagadores datos del BanCentral; estimulan e indican las fuerzas subya­centes en el país: las ex­portaciones nacionales, incrementando $492 mi­llones de dólares. Y las remesa: +51.5%.

Extraordinario. Un pueblo de guerreros labo­riosos.

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