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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Yo soy mecánico, pero estoy loco

¡Ay,ay,ay! Me daba la impresión de que al­go estaba fallando en el vehículo que conducía de regre­so de El Cibao hacia la ca­pital. Los jóvenes que ve­nían conmigo ni cuenta se daban. Sin embargo, mi preocupación se fue disi­pando al ver que el mini­bús seguía adelante como un campeón. Los cantos, chistes y diálogos varia­dos, ayudaban a que casi me olvidara de lo que pen­saba había sido sólo una impresión que ni siquiera merecía el nombre de pre­sentimiento. La distancia que nos separaba de la ca­pital se iba acortando ca­da vez más.

Pero, “nunca falta un pelo en un sancocho.” El vehículo comenzó a resa­biar, refunfuñar y casi a relinchar como un caba­llo, hasta que finalmente dijo: “No sigo más, hasta aquí llegamos”. Y los can­tos de los jóvenes comen­zaron a ralentizar, como vitrola cansada, hasta que se apagaron. ¡Ahora sí fue verdad!

¡Todos para abajo! Los jóvenes se desmontaron y comenzaron a empujar, al grito acompasado de “!Ca­mine!”. Mientras que el mi­nibús, por su parte, como relincho de caballo capri­choso, respondía: “!Que no me empujen!”.

No hubo más remedio que arrimar lo más posi­ble el vehículo a la orilla de la carretera, no fuera a suceder que uno de esos motores Harley-Davidson, que andan como locos, se llevase a cualquiera. Y a preguntar se ha dicho, a ver si alguien conocía al­gún mecánico por los alre­dedores. Con algunos de los jóvenes de avanzada, caminamos sin que nadie pudiese darnos respuesta positiva. Y en este esfuer­zo llegamos hasta el Kiló­metro 28.

Allí encontramos un gru­po de solo hombres; que las feministas no me acusen de discriminación, pues no ha­bía mujeres. Me impresio­nó muchísimo que reían entre ellos en un clima de mucha armonía. Al pre­guntarles si conocían algún mecánico, uno de ellos con mucha amabilidad me res­pondió: “Bueno, yo soy me­cánico, pero estoy loco.”

Moralejas: 1- Aunque vivamos en un mundo de locos, hay cosas que no debemos ha­cer, a pesar de que sepamos cómo hacerlas.

2- Aunque vivamos en un mundo de locos, hay locos que son más cuer­dos y responsables que los otros.

3- Aunque vivamos en un mundo de locos, se puede sonreír y ser ama­bles con los demás.

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