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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Quería ser negro como mi hermano

La de mis padres fue la unión de un hombre blanco y una mujer negra.

Antonio fue el único de los siete hermanos de padre y madre de ese matrimonio con el color de piel de mi progenitora. Hasta la mayor, fruto del primer enlace de mi madre, salió blanca y de ojos verdes.

Durante mi niñez, mi hermano Antonio se convirtió en un modelo a seguir. Cuando él se convirtió en la segunda trompeta del grupo musical en la iglesia Mita en Aarón del sector Villas Agrícolas de la capital, donde nacimos y crecimos, yo también anhelaba ser músico. No pude por mi corta edad.

Luego mi hermano estudió en Bellas Artes y cuando vi sus primeras pinturas, me puse a realizar trazos de manera autodidacta. Llegué a pintar bien aunque nunca pude ir a una escuela. Antonio comenzó a jugar baloncesto en el Club Los Pioneros de Villas Agrícolas y también seguí sus pasos en la práctica de ese deporte.

A mi hermano le gustaba la locución y tenía una especial predilección por la música estadounidense. Así nació también mi sueño de algún día hablar por un micrófono, además de mi interés por la música de los Bee Gees, Barry White, ABBA, Olivia Newton John y otros cantantes anglosajones. Siempre me encantó, por igual, su forma elegante de vestir, era un negro privón y muy celoso con su imagen. Solía pasar más tiempo que una mujer frente al espejo chequeando todos los detalles de su apariencia.

Mi hermano terminó marchándose a Estados Unidos, donde ha fijado residencia, pero cuando solía venir a su país, éramos inseparables y le acompañaba siempre a “discotequear”, algo que nunca me ha gustado, pero lo hacía por complacerlo.

Traigo esa relación con mi hermano a colación porque durante una clase reciente con mis estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Dominicana O&M, salieron a relucir las críticas en redes sociales a un titular del LISTÍN DIARIO, donde laboro, el cual decía “Celia Cruz: una mujer negra y pobre que forjó su éxito mundial desde Cuba”.

La mayoría de las críticas eran por llamarla “negra”, lo que muchos vieron como un título con tintes racistas.

Si lo ponemos en el contexto, la nota de la agencia española EFE publicada por el LISTÍN quería destacar, precisamente, como “la reina de la salsa” logró forjar una exitosa carrera que la convirtió en un icono de la música, a base de puro talento y arduo trabajo, superando los obstáculos que en ese momento representaban ese trípode de mujer, negra y pobre.

Nunca he entendido las aprensiones para usar la palabra “negro” sin que medie esa carga de discriminación, racismo y rechazo.

Ese afán de que el corazón, el alma, la suerte, la oveja, la magia, el agua y otros términos, adquieran un significado negativo cuando se les añade detrás “negro” o “negra”.

Quienes usamos los medios de comunicación tenemos en muchos casos la culpa por nuestra contribución a ese desagradable enfoque, porque sobredimensionamos el hecho de que, en violación a los derechos humanos, un policía blanco mate a un civil negro, pero ignoramos el mismo suceso cuando el policía blanco mata a un blanco, cuando el agente negro mata a un blanco o cuando el policía negro mata a un negro.

Todos recuerdan que en la anterior cédula de identidad dominicana se usó por bastante tiempo el término “indio” porque a muchos les resultaba chocante que ese documento dijera color de piel: negro.

Al igual que se hizo con la cédula, falta erradicar de las mentes esa asociación del “negro” con el desprecio.

Mi madre nunca se molestó porque en el sector donde residíamos la conocieran como “doña prieta”, esa forma tan popular de llamar a las “personas de color”, sí, personas de color, una forma de obviar decir “negro”.

Y que yo sepa Celia Cruz no era blanca ni rica, sino una negra que alcanzó el éxito como cantante a base de un salero, tumbao y carisma inigualables.

Faltó decirles con respecto a mi hermano Antonio que en lo que nunca pude seguir sus pasos fue en su fama de gran conquistador y don Juan, le llovían las mujeres. Yo era muy tímido y él un negro atrevido al que no le intimidaba hasta estar frente a una Miss Universo.

Mi hermano ni siquiera completó el bachillerato, pero tenía un talento innato para tantas cosas y un atractivo similar al de la sonera cubana Celia Cruz.

Quizás por eso también quería ser negro como mi hermano. Y a quien no le gustaría tener también aunque sea un poco del ¡azúcar! de la negra Celia.

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