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OTEANDO

Tengamos fe

Muchos dominicanos “preocupados” por los asuntos geopolíticos se exprimen el cerebro aportando fórmulas acerca del rol que debe jugar la República Dominicana de cara a la crisis política haitiana. Unos son partidarios de que el gobierno dominicano no debe inmiscuirse en los asuntos de los haitianos ni mucho menos tomar parte en comisiones formadas con fines de lograr una entente entre los sectores enfrentados en la situación. Otros consideran que es una obligación y un tema de solidaridad internacional ante el cual no podemos asumir indiferencia, sobre todo si se toma en cuenta que compartimos la misma isla y lo que resulte allá repercutirá aquí de algún modo. Pudiera entender y hasta adherirme a cualquiera de esas opiniones, pero considero que lo primero que debo entender es que en materia geopolítica a los estados les toca, a veces, hacer incluso lo no deseado, lo inducido o lo impuesto, máxime si se tiene en cuenta nuestra condición de país “en vía de desarrollo”, la cual apenas si nos permite el ejercicio de una autonomía mermada por los grandes intereses de los desarrollados.

Romper con ese paradigma geopolítico supone una ruptura con el estatus quo imperante, con nuestro propio sistema político y colocarnos al margen del concierto de las naciones que viven y promueven el capitalismo, todo lo cual nos dejaría escasas opciones de sobrevivencia, habida cuenta de que si escogemos la otra alternativa, no solo nos aislamos, sino que nos aíslan.

Por eso, la cuestión es como para pensarse dos veces antes de hacer juicios y más aún de tomar decisiones. No es que esté de acuerdo con que nuestra autonomía sea mermada, al contrario, me indigna y me crispa. Pero siento que mi papel es doble: denunciar la situación y comprenderla. Para buscar soluciones a un mal equis hay que comprender su etiología, su desempeño y su impacto sobre las personas de manera individual y colectiva. Y en la mayoría de los casos lo que hacemos es esconder la cabeza, como el avestruz, sacándola solo para denunciar.

No quisiera que esa fuera nuestra realidad y es seguro que usted tampoco. Seguramente usted y yo creemos tener recetas diferentes para el tratamiento de ciertos temas y hasta podríamos suponernos con un acervo más calificado que las propias autoridades para enfrentar todo esto, pero no somos quienes llevamos el timón, ya se eligió quien o quienes lo hagan, tengamos fe.

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