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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Los presidentes “pastorcillos”

El pasado 29 de mayo los periodistas Huchi Lora, Edith Febles y Gustavo Olivo denunciaron una trama para atentar contra la vida de la procuradora adjunta, Yeni Berenice Reynoso.

La denuncia establecía que en el complot estarían involucrados altos oficiales militares vinculados a la Fuerza Aérea Dominicana y la Armada de la República Dominicana.

De inmediato, el ministerio público inició una investigación y, aunque todavía se ignoran los resultados, fue una decisión correcta no poner en dudas la denuncia, ni minimizarla o alegar que era un recurso de la magistrada para “generar sonido”.

Sobre el fenecido Fidel Castro, se dijo que hubo más de 600 tramas para matarlo, algunas atribuidas a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), con recursos tan inusuales como dulces envenenados, plumas y cigarros explosivos y un traje de buzo con hongos y bacterias, además de francotiradores, la mayoría abortados por los servicios cubanos de inteligencia.

Muchos atribuyeron esas versiones de intentonas para asesinarlo al propio líder de la Revolución Cubana, supuestamente para alimentar su mito de guerrillero imbatible.

Sin embargo, documentos desclasificados años después revelaron que si eran ciertos muchos de esos planes ideados para acabar con Castro.

Una vez circuló la versión de que el cáncer que terminó con la vida del comandante venezolano Hugo Chávez le fue inoculado y, el 4 de agosto de 2018, a su sucesor Nicolás Maduro, intentaron matarlo utilizando drones.

El pasado 25 de junio el helicóptero militar en el que viajaba el presidente de Colombia, Iván Duque, en una zona fronteriza con Venezuela recibió varios disparos, un atentado del que salió ileso.

El 7 de febrero del presente año, el presidente haitiano Jovenel Moïse denunció que fue abortado un plan para asesinarlo y derrocar a su gobierno que comenzó a fraguarse tres meses antes.

La comunidad internacional que ahora rasga sus vestiduras por su asesinato en la madrugada del pasado miércoles en la residencia presidencial, hizo caso omiso a la advertencia del presidente haitiano.

La razón. Casi todas esas denuncias de intentos de magnicidios son atribuidas a fábulas de presidentes que en algún momento de sus mandatos se sienten cuestionados o con una popularidad en picada.

Como el famoso cuento del pastorcillo aquel que gritó en varias ocasiones “ahí viene el lobo” para jugarles una pesada broma a sus vecinos aldeanos, hasta que finalmente vivió el drama de ver llegar realmente al feroz animal, sin que nadie acudiera en su auxilio.

Ahora, con lo acontecido a Moïse en Haití, sería prudente tomar más en serio futuras denuncias de este tipo. No sabemos cuáles son ciertas o si se trata de un presidente jugando a ser un pastorcillo mentiroso.

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