Opinión

VIVENCIAS

El extraño diagnóstico de los vicios

Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

Más que en otras épocas, se habla en ésta de una fal­ta de conciencia, matizada por los arrebatos de inmo­ralidad que son aceptados sin remilgos. A esto se agrega, que todo el que reconoce que ha faltado queda absuelto de su falta y quien opta por destruirse alcan­za permanentemente un extraño reconoci­miento.

Diagnosticar los vicios es difícil, porque la sociedad está enferma. De ahí, que los vicios sean fiel reflejo de conductas extremada­mente “permeadas” por la falta de un patrón de comportamiento ajustado a unos valores que sean guías permanentes en el diario vi­vir. Si se dificulta diagnosticar los vicios, es porque se ha desvirtuado un componen­te importante de las relaciones humanas: la sinceridad. Cuando alguien reconoce sus partes más vulnerables, hay una mayor posi­bilidad de hacer un diagnóstico correcto del accionar de un individuo.

Contrario a lo que se cree, los vicios tien­den a profundizarse cuando la persona no se compromete a servir de “tubo de ensayo” que permita superar aquellas costumbres, que en modo alguno ayudan a un crecimien­to espiritual. Un buen diagnóstico requiere de mucha paciencia, pero también de una comprensión y relación con quien esté afec­tado por cualquier conducta reprochable.

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