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ORLANDO DICE ...

Alternabilidad y cambio

Solo quienes tienen problemas con la alternabilidad, se resienten con el cambio. Las pasadas elecciones hubo que pujarlas, como barriga difícil, pero al final nació varón, sin fórceps ni cesárea.

Se dice gobierno del cambio, pero mejor gobierno de la alternabilidad.

El PLD perdió, el PRM lo ganó, pero lo prodigioso fue que se cumplió una de las reglas de oro de la democracia.

La alternabilidad.

La naturaleza del antiguo régimen fue un elemento crucial, pero esa naturaleza acompañó a las administraciones peledeístas durante 16 años.

El dicho reza que “ no hay mal que dure cien años…”, pero en política, en estos tiempos, gobierno malo, gobierno bueno, no llega a cinco períodos.

Carlos Gardel cantó – y sigue cantando – que veinte años no es nada, pero eso él y en un disco. El pueblo piensa de otra manera y el electorado lo demuestra cada vez que le dan oportunidad. Estas apreciaciones vienen a cuento porque la oposición, desaforada a veces, no está entendiendo la realidad política.

Que se aproveche de errores, fallas, faltas, no altera el orden establecido, sino que, por el contrario, así es y deberá ser la política.

Si el gobierno no quiere que lo critiquen, que lo censuren, que no tropiece ni meta la mano. El boxeador inteligente golpea los flancos débiles.

Sin embargo, lo que se observa en ocasiones es una exageración de faltas, de fallas, de errores. Se le está midiendo con un centímetro equivocado, o ajeno.

Si las actuales autoridades hubieran prometido e hicieran las cosas del mismo modo que la gestión anterior ¿qué sentido habérsele votado y hoy gobierno? Debe tener políticas distintas y aplicarlas, porque lo prometido es deuda, pero, además, porque – entre muchas cosas – es asunto de identidad.

Es más, contrario a experiencias conocidas, el mandato de Luis Abinader respetó en muchos aspectos lo que se llama continuidad de Estado.

Incluso, y de manera inexplicable, hasta una ley para concluir obras públicas dejadas a medio talle y de cuya importancia no quedan dudas.

Disparar y tener puntería son dos cosas diferentes, muy diferentes.

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