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ORLANDO DICE...

Sinatra en la calle

La gente es cuando quiere y como quiere, y eso debieran saberlo los políticos del gobierno y de la oposición. Quisieron politizar, no la pandemia, sino el desempeño.

La intención era que le cayera cuaba a la anterior gestión, el propósito es que fracase la actual. No se dice con palabras, pero se nota a leguas.

La gente, en cambio, se mueve, se ladea y llega donde considere justo y a tiempo. El toque de queda, por mucho que se esforzara la autoridad, fue Sinatra en la calle.

Todo el mundo se comportó a su manera. Las noches parecían un recreo, un juego de muchachos, en que se le corría alante al policía y a este le faltaban piernas para apresar la rebeldía en causa.

El barrio se resistió a lo estricto y burló la norma, y se pudo conocer al dominicano con uniforme y al dominicano en zapatillas.

Desde que se relajó el toque, hubo respiro en el horario, las escenas de la noche desaparecieron por encanto. Si el gobierno entendió, también la población.

No se hizo nada extraordinario, las horas siguieron siendo las mismas, pero se facilitó la circulación, y cada cual iba o volvía sin apremio o sin que los agentes le pisaran los pies.

Un estado de emergencia con bajadero, una normalidad que fluye en sí misma. No es una situación perfecta, pero sí una circunstancia más llevadera.

Los resultados no se hacen esperar. El gobierno quiere que la gente se vacune, ya no por sector, edad o condición de salud, sino toda la gente, sin restricción.

Y se le responde de manera positiva, como si se hubiera estado esperando la oportunidad. No hubo que salir a los caminos a buscarla, bastó que se le dijera donde y cuando.

El gabinete de salud expresa agrado y el gobierno se lleva la corona.

Sin embargo, y eso es lo importante, pudo haber sido así desde un principio. Ni siquiera había que poner el oído en el corazón del pueblo.

Solo pegar la oreja al suelo y por el galope reconocer la dirección de la manada.

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