Opinión

VIVENCIAS

Educación con firmeza, dulzura y serenidad

Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

El dominio de sí mismo es una de las facultades de que mejor puede disponer un educador no obstante los problemas que la vi­da personal le haya deparado. El papa Francisco ha hablado de “custodiar” y “servir” al referirse al dominio que debemos tener sobre nuestro actuar.

Lo anterior guarda relación con una edu­cadora ejemplar de San Juan de la Maguana que siempre he admirado por su conducta impoluta en el magisterio, ejercido, no con severidad, sino con firmeza, bondad y dul­zura.

En estos días tan complicados que vivi­mos, donde, evocando a Flexner la “ideolo­gía actual de la educación pareciera desacre­ditar el esfuerzo”, surge una mujer virtuosa y ejemplar que trabajó con manos hacendo­sas (Proverbios 31, 13) consagrándose a la educación y practicando el arte de enseñar despertando la curiosidad de las almas jóve­nes bajo su responsabilidad. Me refiero a Iris Maria Paniagua Herrera que con templan­za, honestidad y honorabilidad nunca creyó necesario la domesticación en la educación, pero si supo enseñarnos a posibilitar que pu­diéramos promover la curiosidad volvién­dola cada vez más crítica. Gracias, profesora Iris por su amor y desprendimiento, pacien­cia y decisión, sin duda, como educadora no solo puso su corazón y sentido común en sus alumnos, sino el tomar conciencia de los ob­jetivos de esta, y que hoy recojo sus frutos ca­mino a cumplir cincuenta años ligado a la educación.

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