AGENDA SOCIAL
La formación de un maestro
Ya hace poco más de una década que el país exigió un compromiso firme y contundente con el desarrollo del sistema educativo dominicano. En aquel entonces, las manifestaciones con las sombrillas amarillas exigiendo que se destinara el 4% del Producto Interno Bruto como inversión para la educación escolar, movilizaron las voluntades de personas de todos los estratos sociales, en lo que podría considerarse como una verdadera revolución ciudadana que rindió sus frutos.
El gobierno del Presidente Danilo Medina asumió la difícil tarea de balancear el Presupuesto General del Estado, con el propósito de destinar alrededor de 100 mil millones de pesos cada año para el Ministerio de Educación y, a la vez, utilizar estos fondos de manera eficiente, para que se reflejaran en el avance del sector educativo.
Al parecer, algunos sectores de la sociedad han olvidado los fundamentos de aquella gran batalla, especialmente en lo relativo a la formación docente. El Pacto Nacional para la Reforma Educativa firmado en el 2014, reconoció que “la calidad profesional, la fortaleza moral, la dignificación y la entrega de los educadores juegan un rol clave en la calidad de la educación” y que, por lo tanto, “la formación profesional y pedagógica, inicial y continuada de los docentes es fundamental para transformar el desempeño y la calidad de la educación dominicana”.
Todos los informes sobre transformaciones del sistema educativo en otros países coinciden al establecer que tener buenos profesores es clave para el desempeño de los estudiantes y la reducción de las brechas de aprendizaje. De hecho, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo establece que la exposición de un alumno a un buen profesor triplica la calidad de los alumnos.
La calidad de los docentes depende de dos factores fundamentales: la calidad del docente mismo, es decir, el conjunto de habilidades y capacidades de la persona que enseña, que se reflejan en su vocación de enseñanza y, por el otro lado, la calidad de lo que el docente debe enseñar, es decir, los conocimientos, el currículum y los recursos de los que dispone el Maestro para que los estudiantes puedan aprender.
Ambos factores dependen mucho de las exigencias que la normativa establece para que un docente pueda obtener las calificaciones necesarias que lo certifiquen para asumir la enseñanza en un aula. En el caso de la República Dominicana, esas exigencias están contenidas en la normativa 09-15 que se pretende anular para flexibilizar los requisitos necesarios para entrar en la carrera de educación.
Si esta normativa ha sido obstáculo para que muchas personas puedan ingresar a la carrera, lo que procede no es que se elimine, sino que se dispongan de los cursos y las estrategias necesarias para que los aspirantes puedan estar a la altura de la normativa, porque el nivel de nuestros estudiantes siempre será directamente proporcional al nivel de nuestros maestros.
Nuestros maestros son el eje fundamental que garantiza que las inversiones en infraestructura valgan la pena. La inversión en formación docente es clave para la calidad educativa y en ninguna circunstancia debemos permitir que haya retrocesos en este aspecto. Habrá oportunidades de mejora, pero la eliminación de la normativa 09-15 no es una de ellas.