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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Las adicciones, un mal más allá del alcohol adulterado

Con las drogas toleradas, como el alcohol y la marihuana ya legalizada en algunos países, tenemos poco cuidado porque minimizamos el daño que pueden causar a la salud física y mental, incluidas las personas de nuestro entorno.

En una entrevista la semana pasada con la especialista en adicciones Aliany Concepción, me contó el caso de una paciente que comenzó a ingerir alcohol desde los seis años de edad.

La niña aprovechaba que sus padres se quedaban dormidos en cualquier lugar de la casa, luego de largas borracheras, para ingerir las porciones de las bebidas alcohólicas que ellos dejaban en vasos y botellas.

Ahora con 35 años, todavía la mujer intenta superar el alcoholismo generado por la irresponsabilidad de sus padres, quienes no midieron el daño colateral de su adicción.

Igual ocurre con los padres que se fuman un puro delante de sus hijos, sin reparar que esa sensación de estatus y buen gusto podría dejarles daños físicos irreversibles a sus vástagos.

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo nocivo de alcohol causa cada año cerca de tres millones de muertes en el mundo, equivalente al 5% de la carga mundial de morbilidad.

Con respecto al tabaco, provoca alrededor de ocho millones de decesos al año y, de esa cantidad, aproximadamente 1,2 millones son por la exposición de no fumadores al humo ajeno.

En buena parte de las reseñas periodísticas sobre feminicidios, el victimario estuvo consumiendo bebidas alcohólicas antes de matar a su pareja o expareja.

Pero también el consumo irresponsable de alcohol contribuye al deterioro de la convivencia familiar en los hogares dominicanos, donde la ingesta se asocia a una hombría temprana y en la mujer a un símbolo de liberación femenina.

La muerte de alrededor de 50 personas y decenas de intoxicaciones por consumir bebidas adulteradas en las últimas semanas, han puesto en evidencia el drama de los daños físicos que podría provocar el consumo irresponsable de alcohol.

Pero sus secuelas tan dramáticas van más allá de esas cifras que ahora provocan la indignación colectiva y desatan operativos para controlar su ingesta, atacando los negocios clandestinos de fabricación.

El alcohol es una droga tan adictiva y letal como cualquier otra sustancia psicoactiva, pero mientras veamos su consumo tolerado como algo normal, incluso haciendo hincapié en el aspecto represivo y coercitivo, no estaremos atacando la raíz real del problema.

El alcohólico también enfrenta el estigma, la discriminación y el rechazo. Es visto como un sinvergüenza y una persona con poca fuerza de voluntad para dejar un vicio que coloca por encima de las necesidades y prioridades familiares.

El consumidor irresponsable de alcohol hay que asumirlo también como un enfermo necesitado de políticas públicas centradas en la prevención.

Según la OMS, 40 gramos diarios en el hombre y 20 en la mujer son cantidades tolerables.

Por encima de esos parámetros sería el principio de una adicción que podría terminar como la historia de los padres y su hija de seis años, atrapados en las garras de un enemigo tolerado.

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