Más sobre la conversión

¿Qué es lo que caracteriza a la vida cristiana? Sin duda que es la conversión, un proceso lento que conlleva renunciar al eterno yo adaptándolo a nuestros pensamientos y sentimientos en orden divino, proyectándolos en la comunidad que nos corresponde estar.

De modo, que para que se inicie una conversión, por cierto, que dura toda la vida, debe empezarse por una metanoia que cambie de una vez y por todas el ser interior y exterior que reposa en nosotros.

En este proceso de cambio encontramos una simbiosis en la vida espiritual que resulta de la correlación entre dos formas de actuar pero que siendo una su unidad es Cristo, que se produce cuando la persona se identifica plenamente con la misión que le corresponde desempeñar como miembro activo de la Iglesia.

De esta manera, para que esa conversión penetre en nosotros hay que pensar en un tiempo renovado por medio de un culto espiritual que solo es posible en comunión con Cristo, así, siendo uno con Dios seremos espejo del amor divino.

Sobre este dinamismo presente siempre en nuestra vida, el apóstol Pablo (Romanos 12,1) nos dice que debe inspirarnos ofreciéndonos como una víctima viva, santa y agradable a Dios.