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El país en que el hombre es diablo y la mujer ángel

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Ángel LockwardSanto Domingo, RD

El país vive un sentimiento general de inseguridad jurídica, nunca visto en tiempos de democracia; esta vez no me refiero a la inseguridad en las calles y en los hogares fruto de la delincuencia criminal ordinaria, sino a la presunción de culpabilidad hija de la justicia popular que vive el país impulsada por las redes sociales. El Movimiento “Me Too” destapó un delito, el de acoso sexual, que si bien estaba en la normativa no estaba siendo perseguido como se merecía; la moda hizo el resto llevándose culpables e inocentes y convirtiendo en un tipo penal simples galanteos como el de Placido Domingo: Se convirtió, incluso, en un mecanismo de venganza. Esa ola, como es natural, llegó a nuestro país y, su última víctima – culpable o inocente - parece ser Leonardo Faña, a quien no conozco; sin embargo me ha extrañado el hecho de que más de una docena de colegas, alarmados, esta semana me han pedido que escriba sobre el aspecto jurídico. Desde luego que, no se pronuncian sobre si es culpable o inocente, eso lo decidirá el Juez, sino si era necesaria la prisión preventiva para un sometimiento que sin querellante, ni testigos, está condenado al fracaso y, en el que sobran los presupuestos de arraigo en el país, de solvencia económica y en el que no existe peligro de entorpecimiento o de pérdidas de evidencias: Su encarcelamiento es un castigo previo – por si lo declaran inocente - contrario al derecho fundamental a la libertad y a la presunción de inocencia. El Ministerio Público – sin ninguna unidad de cuerpo – ha sido dejado al control censor de las redes, que denuncian mucho y analizan poco; No se advierte en la actuación del Ministerio Público influencia del PLD, como se ha denunciado, incluso con fotos del funcionario actuante. Pero lo más preocupante no es que el Ministerio Público acuse y busque prisión sin mucha base jurídica respondiendo a la presión social – eso es casi normal -, sino que los jueces en esta etapa del país sin liderazgo en ese poder del Estado, le hayan dejado la aplicación de la Ley a las redes desprotegiendo los derechos de los justiciables. No debemos tomarnos a la ligera el acoso y otros abusos en contra de la mujer, ni los problemas psicológicos y sociales que ha creado el hecho de que ellas han estudiado más que los hombres en las últimas décadas y han adquirido una independencia económica que las hace más libres y conscientes de su papel y derechos. Sin embargo parece que vamos camino de convertir el ceder el paso a una dama, el abrirle la puerta del coche o el envío de unas flores, en acoso o conducta impropia. Levanté tres hijas bellas que estudiaron, dos se casaron y me dieron nietos, nunca me dieron quejas de conducta inadecuada de sus profesores, ni de sus compañeros y, menos de sus maridos, a todas les di una tarjeta de crédito para fueran independientes a la hora de pagar sus cuentas, pero no les enseñé que el acto caballeroso de invitar a una cena, fuera una falta o generara derechos. Ahora, cuando la mujer es más preparada que el hombre oigo voces que piden una cuota del 50% en todo: No me gustaría ver a mis hijas en eso, quiero que las contraten porque son más preparadas y que ganen más porque su trabajo y dedicación lo merecen. El discrimen positivo en favor de la mujer ya no requiere de leyes generales porque hace tiempo que son mejor valoradas que los hombres por su eficiencia y fidelidad profesional, pero, el exceso de algunos grupos y de las redes puede hacer que muchos sigan el consejo de la prudencia y dejen de contratar a mujeres por miedo a demandas y querellas temerarias pues sucede que negar un permiso o un aumento de sueldo, pueden generar como revancha una denuncia y con esta justicia, un encarcelamiento injusto ¿Quién dijo que los hombres son diablos y las mujeres ángeles? Pero hay de todo, leí de otro “legislador creativo” que piensa introducir una ley tendente a reservar el derecho de parir para la mitad de los hombres; sólo le falta conciliar con otros grupos para incluirlos. Supongo que entonces sería un tercio para cada grupo, hombres, mujeres y el resto. Aunque no sé cómo lo harían. El jueves pasado fui testigo de una discusión agria en el Food Market de la Estación Texaco del cruce de Monte Plata; el tema era un letrero en la vía que decía, hombres trabajando y, debía decir, según algunas personas para incluir a las mujeres y demás grupos con otras tendencias sexuales. No bien entré al establecimiento se acercaron a pedirme opinión. - Me parece – les respondí luego de oírlos-, que ustedes no tienen nada en que ocupar su tiempo y, seguí mi camino a Samaná, pero, al regresar, el letrero ya no estaba.

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