Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Del libro a la Internet: de Gutemberg a Kleinrock

En 1440, en una ciudad alemana, Maguncia, Johann Gensfleisch zur Laden (Gutemberg) creaba un artefacto de madera para imprimir hojas en serie, repetidamente y casi idénticas, dando lugar a la primera etapa de lo hoy conocido como “aceleración del tiempo” en el ámbito cultural, el de la difusión de credos, imaginarios, imágenes y conocimientos.

Resultado de un período pendiente de una mecánica híbrida calzada con madera y metales limitados, de esa orfebrería surgieron los primeros visos industriosos que acicateaban pensamientos e iniciativas de emprendedores y visionarios, reclutando a los espíritus inquietos.

La madera había alcanzado un lugar destacado en la logística artillera, como base de trincheras y soportes estructurales de armas y municiones, incluyendo su versión probóscide: las imponentes catapultas.

De madera (incluyendo la tela de las alas) ideó Leonardo da Vinci artefactos voladores y con ella se erigieron los primeros monumentos a la domesticación de las fuerzas naturales —los molinos—, después de recurrir a su servicio para ablandar las hasta entonces líteas sentaderas.

De tal modo, el imperio de este recurso ha dominado el mayor tramo de las civilizaciones.

Su destronamiento no lo causaron los metales, como puede pensarse erróneamente. Tampoco las argamasas ni el concreto armado.

Esa galaxia que desde antes de Gutemberg se extendía a cada hogar devino imprescindible para conformar las consciencias colectivas, entretener y transmitir saberes y avanzaba sin tropiezos hasta las 22.30 horas del Este del martes 29 de octubre del 1969. Entonces, desde un aula de la Universidad de California, en Los Ángeles, el profesor estadounidense Leonard Kleinrock enviaba el primer mensaje desde una computadora a otra (transceptores) ubicada a 600 kilómetros de distancia, en el Stanford Research Institute, dando origen a la inter-conexión de dispositivos distantes, bases de la actual Internet, un entorno que proponemos denominar el universo Kleinrock, creador de la interconectividad interactiva en tiempo real.

De un plumazo, el tiempo y la distancia que antes separaban a las personas empezaron a ser erosionados. En consecuencia, hoy carecen de la capacidad de alejar y separarnos.

Proponemos el término “Universo Kleinrock” como superación de la Galaxia Gutemberg porque sus límites y extensiones futuras no son previsibles, al operar gracias a leyes físicas —telefonía + radio— y no a objetos físicos, y por constituir un anclaje tecnológico de aquella formidable teoría matemática de Gottfried Wilhelm von Leibniz esbozada en 1703 en su libro “Explicación de la Aritmética binaria”, código —“lenguaje”— básico de los ordenadores.

Si la galaxia Gutemberg celebra el ingenio y de él surge, el Universo Kleinrock lo hace del conocimiento sistematizado. Marcados ambos por sus respectivos entornos tecnológicos determinantes.

Subyacen tras ambos unos andamios culturales dados como herencia y acumulación de saberes, procedimientos, habilidades y recursos de todo tipo. Y, acompañándolos, lenguajes particulares, derivados de campos de saberes y tecnologías sistematizados.

Vivimos hoy bajo el imperativo creciente del Universo Kleinrock. Nos embiste con su apabullante capacidad operativa y logística para satisfacer de modo inmediato las necesidades de comunicación global soñada por la civilización humana. Sin embargo, hay algunas fortalezas que la galaxia Gutemberg retiene, que le permiten resistir tal embestida. Sobre estas, volveremos.

Tags relacionados