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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

La bayoneta más afilada: la palabra

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

La imprenta posibilitó que cualquier alemán leyera a Lutero en 1517. Igual ocurrió con De Revolutionibus orbium coelestium de Copérnico en 1543 y lo mismo con la obra en toscano de Galileo de 1633, Dialogo supra i due massimi sistemi del mondo Tolemaico e Copernicano. No pienso que serían muchos los lectores de estas obras, pero los suficientes para afectar la opinión pública y la conciencia de personas decisivas.

Cuando Jorge III de Inglaterra el 23 de agosto de 1775 declaraba en estado de rebelión las colonias inglesas en la franja Atlántica de la América del Norte, solo uno de cada tres colonos americanos era favorable a la guerra. Con sus palabras de fuego, Thomas Paine (¿1737? – 1809) se encargaría de cambiar esa postura. De origen inglés, había llegado a Pennsylvania en 1774.

Unos meses antes de la Declaración de Independencia, el 10 de enero, 1776, Thomas Paine publicaba en Philadelphia, El Sentido Común (Common Sense). Por su estilo directo, llano, apasionado y sencillo, a los tres meses se habían impreso 150,000 ejemplares, llegarían al medio millón antes de 1781. Paine argumentaba: no tenía sentido seguir vinculados a Inglaterra. Ese vínculo iba contra la naturaleza y la razón: ¡una isla pretendiendo regir todo un continente al otro lado del Atlántico! Ese dominio suscitaba repugnancia, al igual que su sistema de gobierno. Paine condenaba como absurdo un sistema de gobierno cuyo poder era hereditario. Conocedor de la Biblia, añadía que el origen de la monarquía era pagano; había sido instituida por el diablo para que Israel y otros pueblos sucumbieran a la idolatría. Paine aborrecía todas las jerarquías, aristocracias, noblezas y privilegios sociales como contrarias a las leyes universales de la naturaleza. Hablaba en nombre de una tierra en la cual se experimentaba cercana la providencia (Robert Middlekrauff, 2005, The Glorious Cause. The American Revolution, 1763 – 1789).

Algunos patriotas criticaron las ideas de Thomas Paine. John Adams, futuro presidente de los Estados Unidos, las consideraba demasiado radicales por conceder el voto a hombres sin propiedad. Por su parte, Thomas Paine sostenía que el ciudadano corriente era capaz de juzgar con acierto acerca de los asuntos políticos. Paine contribuyó a pensar la ruptura con Inglaterra como inevitable y la independencia no solo como posible, sino como deseable.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM

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