Censura en las redes sociales

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Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

La censura impuesta por las grandes plataformas tecnológicas al Presidente de los Estados Unidos Donald Trump para que no pueda emitir ningún mensaje es la más grave amenaza que tiene el mundo contra la libertad de expresión. Dicha medida plantea una serie de reflexiones que van más allá de la controversial figura de Trump.

Las preguntas que debemos hacernos son simples y sencillas: ¿Quien es el juez? ¿Quién juzgará si un Presidente, un líder o un ciudadano han abusado de la libertad de expresión a través de las redes sociales, siendo éste un derecho fundamental de todo ser humano?

Los dueños de las grandes redes se están constituyendo en un supra poder.

En lo adelante serán ellos los juzgadores. Ellos decidirán a quién callar y quién podrá expresarse. Ese es el principio de las dictaduras, en contra de lo que el mundo libre y democrático ha luchado tanto.

La excusa que se ha tomado para silenciar a Trump es que llamó a la violencia y que incitó por las redes el bochornoso asalto al Congreso de Estados Unidos.

He revisado los mensajes de Trump, y ninguno llamó a la violencia ni instigó el lamentable despropósito. Es mi opinión. Otros podrán tener otra contraria, pero deberían ser los jueces los únicos que puedan determinar si el cometió ese grave crimen que se le imputa. Si la función del juez pasa a manos privadas, hoy el caso es el de Trump, mañana lo podrán hacer contra cualquier ciudadano que exprese opiniones que no sean del agrado de los dueños de las redes sociales.

Si eso se consolida vamos a la tiranía global del pensamiento. Eliminar, vía redes sociales, la disensión tan fundamental para una sociedad democrática y libre sería lo más catastrófico que podría ocurrir en los tiempos actuales.

Hubo una frase en la historia, cuya autoría aún se discute, que resume el eje de estas reflexiones. “No estoy de acuerdo con tu opinión, pero daría la vida defendiendo tu derecho a expresarla”. La censura a Trump es, a la vez, una advertencia a Biden y a su nuevo gobierno, y a todos los gobernantes del mundo libre, de donde está el poder real global. Una advertencia sutil, pero clara, a quienes desde los gobiernos osen enfrentar esos poderosos intereses, regularlos o limitarlos.

El Presidente Trump los enfrentó con dureza. Y ellos lo sacaron del poder. Y ahora lo quieren convertir en muerto civil. Y al que en el futuro se atreva a hacer lo mismo contra ellos advertirles que pagaría el mismo precio.

Defender la libertad de expresión es fundamental para vivir en democracia.

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