ORLANDO DICE
Reloj y no en bolero

El reloj del gobierno empezará a marcar desde enero, e importante saber desde ahora si las manecillas girarán adelante o hacia atrás.
Cualquiera de las vueltas será posible, pues más que un pueblo sumiso, uno desesperado, exigente, y el gobierno da notaciones de ser milagroso. Aunque su perfil hasta ahora es de milagrero.
Las tareas son muchas y sería error emprenderlas todas al mismo tiempo, con tanta envergadura, o desgaste o cansancio o falta de recursos.
Ese conceder arriba y dar abajo no necesariamente crea dinámica, pues se aprovecha el de arriba y se acostumbra el de abajo.
Difícilmente pueda irse como en el carreteo de estos días un carro al lado y detrás del otro, y la lucha contra la corrupción es buena, y la transparencia también, pero no caen del cielo.
Hasta ahora se investiga y se hacen expedientes, pero salir a camino no significa que el viajero llegue a su destino.
El presidente quiere que lo recuerden como reformador y honesto, y puede intentar uno y ser lo otro, pero nada garantiza que su intención y espíritu contagien a sus colaboradores.
Una ministra debió de renunciar y un viceministro fue defenestrado, y los aires acondicionados del Palacio Nacional son tan viejos que hacen ruido. El ruido es peor que los fantasmas.
Aunque el mandatario luce advertido y no comete el error de su antecesor que creyendo que eran agujas de acupuntura dejó que le colocaran banderillas, y no hay toro que resista las puyadas continuadas del auxiliar a caballo.
La historia todavía no se cuenta, pero en su momento se sabrá que la confianza le quitó el cascabel al gato y éste, abiertamente, dispuso de la casa.
Conviene por tanto vigilar de principio a fin, pues el descuido no es un riesgo, un peligro, y la clave de la gobernabilidad está en oler a tiempo el peligro y prevenir los daños.
El 2021 viene tan cargado que hará falta uno que otro Cirineo ayuden a llevar la cruz, pues no hay manera de apartar de la boca el cáliz de gobernar.
Dios, Patria y Libertad.