La memoria torturada

El Museo Memorial de la Resistencia Dominicana ha hecho una labor extraordinaria. Para cualquier escolar que lo ha visitado, y ya pasan de medio millón, acudir a él es una experiencia inolvidable que fija lo aprendido mucho mejor que la lectura de un libro de historia. Ahí están las imágenes, los documentos y los recuentos de las vicisitudes del pueblo dominicano durante la tiranía de Trujillo y los sangrientos “doce años de Balaguer”.

Aparecen en forma cruda las violaciones interminables a los derechos humanos y se rinde homenaje a quienes lucharon por la defensa de la libertad, aunque ello significara arriesgar sus vidas. En fin, se exhibe la historia verdadera, la que tanto se ha demorado en contarse, de esos períodos en los que reinó el terrorismo de Estado.

Hoy, esa memoria ha sido atacada y, además, torturada. Sobre la base de argumentos falaces e injuriosos. El Museo fue llevado a la justicia con el único propósito de doblegarlo mediante la `asfixia financiera.

Y lo están consiguiendo. Los responsables de esa iniciativa, gente cuyas familias fueron víctimas de Trujillo y Balaguer, ahora son apoyados por trujillistas y balagueristas solapados enquistados en el aparato del Estado, que estarían felices de cerrar el Museo. Esos aliados son la mejor señal de lo equivocados que están.

El delirio pequeño burgués por la intriga, el chisme y el poder no deja que en ese grupo alguien vea lo esencial: 1) están matando el lugar donde mejor se enseña a la juventud nuestra historia reciente y donde se realza con orgullo la memoria de sus propios familiares, y, 2) con su condenable acción están irrespetando el valioso legado de sus ancestros o de sus parientes cercanos.

En estos tiempos de mucho cálculo y poca sensatez, quizás están pensando que cuando el Museo cierre, alguno de esos funcionarios insensibles y sin conciencia histórica vendrá a colocarlos al frente del mismo, ilusión que parece haber originado la cadena de agresiones que ha tenido que enfrentar una institución que ya fue declarada patrimonio de la humanidad y que merece con toda justicia la calificación de patrimonio histórico nacional.

Cuando el Museo tenga que cerrar definitivamente, se habrá consumado un crimen contra nuestra memoria histórica y ninguno de los responsables del mismo podrá ocultar que fue uno de los fusileros.