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EL BULEVAR DE LA VIDA

Contra la corrupción

Puede ser por un compromiso ciu­dadano o por tanta indignación acumulada. Puede ser por des­memoria conveniente o mez­quindad política, pero el caso es que aquí, contra la corrupción estamos todos.

Incluidos, los que en su paso por la admi­nistración pública levantaron sospechas, de­jaron secuelas, auditorías visuales que de­bieron servir para investigar y en chisme se quedaron.

Si lo que se quiere es investigar bien para elaborar buenos expedientes y lograr conde­nas definitivas, el PEPCA debe evitar conver­tir a los investigados en víctimas de excesos, y correr riesgos innecesarios que puedan des­prestigiar el proceso. ¿Qué impide citar a un ciudadano, interrogarlo y dejarlo detenido?

Contra la corrupción estamos todos o casi todos. Y digo más.

El procurador adjunto, Wilson Camacho, debe saber, y lo sabe, que hoy ostenta ese car­go, -además de por sus méritos, capacida­des y experiencias-, gracias a los abusos y excesos del Ministerio Publico del pasado gobierno, -el más grave y atroz de ellos co­metido contra la hoy procuradora gene­ral Miriam Germán-, y gracias también, a todo lo que en materia de impunidad vi­vió el país en diferentes momentos de los gobiernos peledeístas de Leonel Fernán­dez (2004-2012) y los de Danilo Medina (2012-2020). El PLD al dividirse venció al PLD.

La impunidad es la gran sombra de unos gobiernos peledeístas que tuvieron luces y aciertos que Fernández y Medina conocen como nadie, por lo que uno de ellos no pue­de ser culpable o héroe si el otro es inocen­te o traidor, y también viceversa. Citemos a Monterroso: “Cuando despertó, el dinosau­rio todavía estaba allí”.

Por su parte, el PRM, a quien la guerra sino-estadounidense y el aloque full de los dos PLD en verde y en morado (-muerteci­tos de éxitos y ahítos de tanto ganar siem­pre-) han ofrecido la oportunidad de su existencia, debe ahora convencernos de que, ya gobierno, será capaz de frenar la rueda de una corrupción que en el siglo XVI inicio un amante mulato de Leonor de Ovando durante la construcción del acue­ducto de la Zona Colonial, y desde enton­ces no se ha detenido jamás sino todo lo contrario.

Vístase despacio que tenemos prisa, Ma­gistrado. No es victimización, ni venganza lo que necesita esta sociedad, sino justicia, con debido proceso y presunción de ino­cencia. Dije justicia.

Justicia para algún día dejar de ser la gran incitación a la delincuencia que por décadas y gobiernos de latrocinios impunes ha sido.

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