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EL BULEVAR DE LA VIDA

País, política y guitarra

Las decisiones y designaciones del nuevo gobier­no han puesto de moda la vieja fra­se: “Una cosa es con violín, y otra cosa es con guitarra”.

Y así, van apareciendo en el presente los excesos del pa­sado, y hoy se justifica lo que se criticaba ayer, a veces con insultantes palabras.

Este drama ético de guita­rra y violín, trae a mi recuer­do la anécdota de aquella ma­dre, que saludaba la buena suerte de su hija casada con un señor, que por adorarla le compró jeepeta de lujo en Au­to Paniagua y la mudó en un pent house de ensueño de los de Pedralbes, pero que al mis­mo tiempo, condenaba a la “bruja, chapeadora” de la que su pobre hijo se había enamo­rado, y por lo mismo le había comprado “una jeepeta de lu­jo en Auto Paniagua y la había mudado en un pent house de ensueño de los de Pedralbes”.

“Una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”. A par­tir de agosto de 1978, la en­comienda de la historia a las generaciones posteriores a las dictaduras era luchar por democratizar la vida (ofre­cer mínima seguridad ciuda­dana) y, ya ven, lo único que con inusitado éxito han lo­grado, ha sido democratizar la corrupción, que no respeta villas ricas ni barrios pobres, mientras cada grupo econó­mico “apoyagobiernos”, -la­vador de activos o no-, en ca­da administración se supera a sí mismo en el tráfico de in­fluencias, el trapicheo, las exenciones fiscales y otras fe­laciones tributarias.

Cuentan que G. B. Shaw, decía que “cuando Dios hizo el mundo vio que era bueno”, sólo para preguntarse, “¿qué dirá ahora?”, justo ahora, cuando ni los grupos que di­rigen el CONEP se han pues­to de acuerdo para escoger su directiva sin elecciones, y se acaba de seleccionar una JCE fruto de una promesa presi­dencial, sí, pero fruto también de una coyuntural alianza en­tre el PRM (49 % de las vo­taciones presidenciales) y el PFP (6 %), y con el rechazo del PLD y su 33 %.

El asunto es sencillo: El enemigo de mi enemigo es mi amigo, y en 2024 ya veremos.

Mientras esto ocurre y “detrás de los cristales llue­ve”, sigue siendo cruel la mirada de las abogadas; y “La Peña de los Muertos de Hambre”, por no tener, no tiene ya dos amigos, un hijo, un padre, ni la tier­na abuela que no puede ni quiere ya olvidar.

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