EN ESPECIAL

Fin del telefonazo

Avatar del Listín Diario
CRISTHIAN JIMENEZSanto Domingo

Con 28 senado­res el PLD dic­taba los nom­bres de los miembros de la Junta Central Electoral y otros órganos constitucio­nales y ahora con 4, quiere disponer quiénes no deben ser nombrados.

Desaprender es un pro­ceso, evidentemente, que toma mucho tiempo y los recién desalojados del po­der parece que aún des­piertan en las mañanas y salen rumbo a la casa de gobierno.

El “telefonazo” como método de atemorizar a integrantes de institucio­nes decisorias de conflictos terminó y hay que acos­tumbrarse a la litigación democrática.

Danilo Medina, tomaba ventaja de algunas debili­dades de funcionarios de segundo nivel de elección con los más diversos favo­res para luego exigir “el pago” de las peores y más humillantes maneras.

Castaños Guzmán, sa­liente presidente de la Jun­ta Central Electoral, fue escogido sin inscripción ni entrevista, por un Senado de absoluto control dani­lista, cuyo pleno había dis­puesto esas imprescindi­bles condiciones. Recibió los mayores elogios has­ta marzo que contradijo al grupo gobernante.

En 2017, Medina que se involucraba en los míni­mos detalles de su admi­nistración, decidió apoyar a Román Jáquez para pre­sidente del Tribunal Su­perior Electoral, sugerido por las iglesias y entidades empresariales y de la so­ciedad civil, como ahora para la JCE.

El entonces presidente entendió que ese respaldo implicaba que Jáquez ha­ría su voluntad y montó en cólera cuando no pudo re­plicar la relación que acos­tumbraba con otros “agra­ciados” y sus subalternos de decreto y partidarios.

Jáquez y otros dos jue­ces dieron una decisión contraria a Miguel Vargas y el PRD, aliados y em­pleados de Medina y se desataron los demonios del ultraje y la amenaza, hasta el colmo (si, hay que repetirlo) de despojarlo de la escolta militar en plena vía pública.

Al emerger hace sema­nas como sólido candida­to para la presidencia de la JCE, el PLD se adelantó a descalificarlo alegando parcialidad en su contra y de inmediato inició una campaña difamatoria que arreció al ser selecciona­do por el Senado. Se lle­gó a la temeridad de im­putarle haber dirigido un “mercado”, provocación deliberada, para halarlo a una controversia que le descalificaría hacia futu­ro.

La dirección del PLD y Medina, sabedores del ni­vel de los agravios contra Román, hasta chantajea­ron con pretendida su­tileza al presidente Luis Abinader al resaltar la im­periosa necesidad de “la gobernabilidad”, en mo­mentos de pandemia y grave crisis económica.

Abinader, que en cam­paña prometió ministe­rio público independiente y altas cortes sin dirigen­tes partidarios, ignoró la advertencia y mantuvo su postura en amplio consen­so con partidos, iglesias, organizaciones empresa­riales y de la sociedad ci­vil, con la sola excepción de un quejoso y amena­zante PLD.

Llamó la atención, como para que no se olvidara al “padre” del PRM, el viejo PRD, la actitud de un mi­noritario grupo perremeis­ta que buscaba derrotar la promesa presidencial y la decisión de la comi­sión ejecutiva de la orga­nización, y que insistió en presentar al dirigente ofi­cialista Eddy Olivares a la presidencia de la Junta.

Olivares, quien se sin­tió halagado de que el PLD presentara su candidatu­ra (cuña divisionista, se­gún Paliza, presidente del PRM), habló de “infame intromisión” presidencial en su contra, aunque se­manas antes acudió al Pa­lacio Nacional a solicitar el respaldo de Abinader.

Olivares y allegados no meditaron las consecuen­cias de faltar a una prome­sa fundamental a activos sectores de clase media que sacaron al PLD del po­der por incumplimientos a compromisos ciudadanos, corrupción, abusos de po­der e impunidad.

Y los más grave, no pen­saron que infligir una de­rrota política al presidente Abinader antes de los 100 días de gestión habría im­plicado el inicio de la sali­da del poder.

El PLD, con muchas cuentas por saldar, lo ha­bría celebrado…

Tags relacionados