VIVENCIAS

Carta modelo a un arrogante

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Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

En esto que te escribo no hay resentimientos solo preocupación respecto a ciertas actitudes que no ayudan a una buena y auténtica relación. Hago la siguiente reflexión. Las antipatías violentas son siempre sospechosas y casi siempre se convierten en un grave peso que hunde el corazón en lo más hondo de las iniquidades.

Además, mueve a pensar en la intolerancia que engaña con apariencia de verdad y que se da en aquellos que faltan al respeto sufriendo de ordinario la pena de la soberbia. Te recuerdo, el respeto es la primera condición para saber convivir que implica el cuidado de no herir a otros. El orgullo y la arrogancia no aprovechan en nada cuando se trata de establecer unas buenas relaciones, por esto la paciencia y la dignidad son importantes, una, para no dejarse provocar del orgullo virulento de aquel que cree merecer y tenerlo todo, la otra, como fundamento de todo derecho. Ten en cuenta, que quien cree haber encontrado en sí mismo bastante caudal como para prescindir de otros haya olvidado una regla de oro, que no hay ni buena ni mala educación, sino solo falta de ella. Persuadido estoy que quien se “enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mateo 23,12; pero también convencido, que el “bien puede resistir derrotas; el mal no” (R. Tagore).

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