NOMBRE COLUMNA
Alcance del poder ocasional
Las personas y sectores que apoyaron a Luis Abinader de manera circunstancial, aprendieron política en libros prestados.
Al hacer lo que nadie hace: devolverlos, ahora quedan como el jinete sin capote bajo la lluvia: a la intemperie y a merced de la naturaleza.
La naturaleza política debo decir
Cité de memoria en una de mis notas a Henry Kissinger diciendo que los hombres de la campaña no son los hombres de la administración, y poco a poco se va revelando como gran verdad.
Los compañeritos de la base que pujaron para formar el partido, fortalecerlo y llevarlo al poder, descubren con el parto que el muchacho no les pertenece.
Dirán que falta manteca para tantos calderos, pero se cuenta que cada cacerola nueva que sonó y retumbó en el momento apropiado, rebosa.
¿Qué líder de las bases que pueda gritar en su nombre y reclamar mejor y más justo reparto? Boca con biberón difícilmente pueda, y menos si la acallaron con migajas.
La excusa perfecta la dio el presidente Abinader en Santiago: fue elegido por los perremeístas, pero debe gobernar para todos los dominicanos. Igual equivocación cometen los que quisieran que el mandatario no se saliera del guion e improvisara. Olvidan lo principal, y no recuerdan el debate entre Juan Bosch y el padre Laútico García sobre el arquetipo del buen gobernante.
El buen gobernante no es el que hace buen gobierno, sino el que sabe mantenerse en el poder. La fuente del poder es una cosa y otra el sustento de ese mismo poder.
La congregación de la Plaza de la Bandera fue buena para poner en jaque al gobierno de entonces, para levantar un clamor de cambio, pero no para gobernar.
El establecimiento se debe a sí mismo, y el poder legal no es tan fuerte como para prescindir del poder fáctico. La naturaleza política es muy clara: se gobierna con los iguales.
La sociedad civil quería justicia, y pusieron la justicia en sus manos. Que no quiera por tanto prohibir al presidente ir a una cena.