ORLANDO DICE
El estilo es el cambio
El estilo es el hombre, y la expresión vale en todos los campos, y no solo literario o artístico. En el ejercicio de gobierno, por ejemplo.
Luis Abinader tuvo su salida de fin de semana, y aunque no era la primera fuera de la capital, luego de ser investido con la autoridad de presidente, causó sensación. La mezquindad anda de caza y logra piezas propias de museos. Como asociar o buscar parecido entre una escapada de fin de semana y las visitas sorpresas de Danilo Medina. No puede decirse que se trate de venganza, pero se sacó a colación la inversión fallida o pendiente de las visitas sorpresas, como también se dijo que se asumirían como continuidad de Estado. Habrá que esperar, pues no es lo usual validar o sustentar fama ajena. Se acostumbra a dar limbo a las obras heredadas o anteriores. Unos edificios de apartamentos que fueron diseñados y vendidos en el aire por una administración, no fueron terminados por la siguiente.
En lo que se revisan los esquemas, y se establece lo principal, a Abinader se le otorga el honroso título de presidente cercano al pueblo.
El mismo que ostentó Medina con sus visitas sorpresas, aun cuando Medina saltaba charcos y Abinader navega en el mar. Lo dice la canción y el nuevo mandatario lo comprobó: en el mar la vida es más sabrosa. Mucho más si ese mar y sus costas se llaman Bahía de las Águilas. Los estilos -sin embargo- no son iguales, y de eso trata la cuestión. La intención puede ser igual, pero la anécdota cambia el sentido.
Medina se ocupaba de cosas pequeñas que podían ser resueltas por responsables de áreas, y Abinader de cosas grandes que solo un presidente puede acometer. Como el desarrollo de un polo turístico de las dimensiones o proyecciones de un sur que fue por siempre cenicienta sin asistir a fiesta de príncipe y muchos menos dejar zapato botado. Siempre vivió descalza y en lo más olvidado de la cocina, hasta que ahora llega el capitalismo, codicioso y enamorado.