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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Cromwell no fue rey; fue lord protector

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

En 1649, con la ejecución de Carlos I, Oli­ver Cromwell gobernó In­glaterra instaurando una dictadura militar de cor­te puritano. Más tarde, los americanos, franceses, bol­cheviques, fascistas, nazis, y toda la flora y fauna revo­lucionaria postularía que la historia empezaba con ellos. Nada anterior servía. Los creyentes se ufanaron de gobernar con la bendi­ción de Dios, los ateos con­taron con la de San “ma­terialismo dialéctico”. El nuevo sello de la República de Cromwell llevaba esta inscripción: “el año prime­ro de la libertad, restaurada por la bendición de Dios”.

En 1653 con insultos y armas, Cromwell disolvió el parlamento, pidiéndoles a las diversas congregacio­nes puritanas que enviasen hombres píos para represen­tarles, con ellos, Cromwell formó su nuevo parlamento, un sanedrín de santos.

Según Salvador Giner, una facción de los partida­rios de Cromwell espera­ba el regreso de Jesucristo para la Quinta Monarquía (luego de Babilonia, Persia, Grecia, Roma). Los hom­bres píos aspiraban a la instauración del Reino de Cristo en la tierra. Querían acabar con las diferencias económicas. Se apoyaban en las profecías de Da­niel. ¡Sus motivos partían de una mentalidad medie­val! Los puritanos tenían el destino manifiesto de organizar el mundo según sus ideas. Esta obsesión tí­picamente puritana emer­gerá nuevamente en los Es­tados Unidos del siglo XIX. Este parlamento de los san­tos en el cual estaban repre­sentadas diversas sectas re­ligiosas, no logró aprobar las medidas que creasen un consenso institucional y re­ligioso para gobernar Ingla­terra. También fue disuelto.

Cromwell había dirigi­do la rebelión contra las ar­bitrariedades de Carlos I, no podía ahora coronarse rey, así que asumió el título de “Lord Protector” durante los años 1653 - 1658. Tenía el poder de disolver el parla­mento con la mayoría de vo­tos de un Consejo de Estado, pero el poder verdadero de Cromwell residía en el ejér­cito.

Realizó un ensayo de mi­litarización de Inglaterra que duró un año para enfrentar a los enemigos internos, por ejemplo, una sublevación de corte realista. Internacio­nalmente, se batió y derrotó a Holanda (1652 – 1654), la rival marítima. Contra Es­paña armó la expedición de Penn y Venables que fraca­só en La Española, “obra de sus propias debilidades or­ganizativas y militares, más que de una acción defensiva extraordinaria de parte de la Española.” (Moya Pons, 1977, 86), pero logró captu­rar Jamaica, posesión ingle­sa desde 1655.

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