Bolivia, del Tahuantinsuyo a la consternación

El Tahuntinsuyo, -dividido en cuatro áreas, tawa: cuatro, suyo: nación o estado-era un sistema extraordinario de gobierno que fue estimulado por los incas desde su aparición en los entornos del año 1200 d.C. y que consolidó los espacios que hoy conocemos como Ecuador, Perú, Bolivia, el sur de Colombia i el norte de Argentina y Chile. Reunía toda una zona central y occidental del continente sudamericano y fue el dominio más grande y más armonizado de la América precolombina. Manco Cápac, considerado el primer gobernante de toda aquella gran región, unía los diversos pueblos, los cuales ocupaban la parte baja, -había, también, la parte alta-, de las dos grandes extensiones en la que estaba estructurada el Cusco, su gran capital social y espiritual. Ninguno de los gobernantes que sucedieron a Manco creyó finalizada la idea en ningún momento, todo lo contrario, la fueron ampliando hasta el punto que trescientos años después, mostraba la fisionomía de una gran nación andina multiétnica y cultural. Así era y así lo fue siendo hasta que llegaron los desbastadores en nombre del reino de Castilla.

Hoy, todo ello con un fuerte arraigo indígena, mestizos, sobre todo, pero aún con un 20% de autóctonos, un fragmento territorial de aquel gran espacio inca, una confusa Bolivia complicada socialmente lucha para apaciguar las desconfianzas generadas por un mandatario, primero admirado y después acusado de un presunto fraude en las elecciones pasadas que le hubieran permitido un desproporcionado cuarto mandato presidencial, ha tenido que huir a México y definitivamente exiliarse en Argentina. Evo Morales, quien oficializó 36 idiomas con el aymara y el quechua en la cabeza, ha tenido también que formar parte del listado de los 190 golpes de estado que ha sufrido el país desde su independencia el año 1825. Y, ahora, en medio de una pandemia que cuenta con más de cuatro mil decesos, ese Estado Plurinacional autonómico con ausencia de leyes que regulen la sociedad, ya lleva nueve meses de conflictos y con lejanas perspectivas de arreglo. Los partidarios de Evo cortan carreteras y no dejan pasar material para los hospitales ni proveedores de materias primas y mercados. Y los que impulsaron la caída de Morales, están divididos y recuperándose del Covid-19, como la misma presidenta de facto Jeanine Áñez, quien en contra de sus mismas palabras se presenta en las próximas elecciones, las cuales, teóricamente, habrán de celebrarse en septiembre u octubre. De momento, pero, el desencanto y la consternación es la imagen de una Bolivia extraviada y conmocionada.