ORLANDO DICE
Expectativas al piso
Nadie pronunció las sacrosantas palabras ( “no llenó las expectativas” ) con que la oposición de todos los tiempos reacciona al discurso del presidente de turno.
Ahora era una inauguración de mandato, pero la mezquindad no descansa y tampoco concede. Y la oposición podrá aguantarse las ganas, pero no renunciar a su papel.
Llevar la contraria es parte de su ADN y ejercicio permanente.
Luis Abinader en la oportunidad fue afortunado, y tal vez se deba a que cierra una era, y el cambio conviene a todos los grupos. El empezar de por sí crea un ambiente favorable.
Fue un buen discurso sin duda, apropiado a la ocasión, pues -- como mismo reconoció – no tenía que entrar en detalles que los días anteriores habían ofrecido los nominados a altas posiciones.No obstante no repetirse el cliché de que “no llenó las expectativas”, lo cierto es que no se llenaron. No en la alocución, ni en la presentación, sino en el acto. La gente se había preparado para otra cosa. Quería un 1978 otra vez, y que Luis Abinader hiciera de Antonio Guzmán y Danilo Medina de Joaquín Balaguer. Medina se salió del guion y no se pudo hacer la película.
Difícilmente Medina escriba sus memorias o casi imposible que algún autor sin tema se ocupa de recoger y completar sus anales.
No se conocerán por tanto las razones íntimas que lo llevaron a eludir esa cita con la historia. A dar gusto al morbo despierto de los que consideran la política un espectáculo. Como Medina no hubiera podido replicar, lo que se quería era que lo golpearan amarrado. La ausencia fue calificada, en una exageración, de cobardía. Expectativa al suelo, pues. Aunque viendo la situación en retrospectiva, y si el presidente entrante hubiera dicho el mismo discurso en presencia del saliente, esa expectativa también se cayó.
La sobriedad del mensaje, aun cuando se hablara de cárcel para los corruptos, no fue la pela de lengua política que se esperaba.Entre el Antonio Guzmán de entonces y el Luis Abinader de ahora la distancia es un abismo.