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EL INFORME OPPENHEIMER

Las elecciones en Bolivia podrían resultar en una tragedia política

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ANDRÉS OPPENHEIMERSanto Domingo

Hay una tra­gedia políti­ca que se está gestando en América La­tina sin atraer mucha aten­ción internacional, pero que debería hacer sonar las alar­mas en el mundo democrá­tico: lo que está ocurriendo en Bolivia.

Las elecciones presiden­ciales de Bolivia del 18 de octubre podrían resultar en el regreso al poder del Movi­miento al Socialismo (MAS) del ex presidente populis­ta autoritario Evo Morales. Morales y su partido tienen un historial de fraude elec­toral, represión política, in­timidación a partidos de oposición, corrupción y es­trechos vínculos con Vene­zuela, Cuba, Irán y otras de las peores dictaduras del mundo.

Si el partido de Morales gana las elecciones, lo más probable es que no sea gra­cias al apoyo de la mayoría de los bolivianos, sino al he­cho de que la oposición al MAS está dividida entre me­dia docena de candidatos. El egoísmo y la falta de grande­za de estos candidatos está dividiendo el voto anti-po­pulista.

Entre los principales cul­pables de esta tragedia se encuentra la presidenta in­terina de derecha Jeanine Áñez, quien asumió el cargo el año pasado con el manda­to de organizar elecciones li­bres y poco después traicio­nó su propia promesa de no postularse para el cargo. En la mejor tradición de Mora­les, ahora está abusando de sus poderes presidenciales para tratar de ganar las elec­ciones.

La razón por la que las elecciones bolivianas no han causado mucha alarma en el mundo democrático es que la mayoría de las encuestas muestran que el MAS no ga­nará en la primera vuelta y se vería obligado a realizar una segunda vuelta elec­toral con el candidato que salga segundo. En ese caso, muchos creen que ganaría el candidato anti-MAS.

Pero ese cálculo puede es­tar equivocado, porque no tiene en cuenta a los votan­tes indecisos ni factores re­lacionados con la pandemia del Covid-19 que pueden in­clinar el voto hacia el candi­dato de Morales, Luis Arce.

Morales tuvo que salir de Bolivia tras su intento anti-constitucional de reelegirse para un cuarto mandato, y declararse ganador en una elección fraudulenta en oc­tubre de 2019. Dos misiones de observación electoral de la Organización de los Esta­dos Americanos concluye­ron que la elección de Mora­les había estado plagada de irregularidades.

Según una encuesta re­ciente de la firma boliviana Mercados y Muestras pu­blicada por el diario Página Siete, el candidato de Mora­les tiene el 24% de los votos, seguido por el ex presiden­te Carlos Mesa con el 20%, la presidenta interina Áñez con el 15% y otros candida­tos con porcentajes meno­res.

Pero la misma encues­ta también muestra que el 20% de los votantes es­tá indeciso. Ese porcenta­je probablemente incluye a muchos simpatizantes de Morales que temen revelar su verdadera preferencia a los encuestadores, me dijo uno de los organizadores de la encuesta.

Además, las encuestas muestran que los partidarios del MAS están más motiva­dos a acudir a las urnas pese a la pandemia del Covid-19 que los partidarios de Mesa y Áñez, segun los encuesta­dores.

Varios analistas de la rea­lidad boliviana me dicen que una victoria del MAS es muy posible.

“Cuando tienes un elec­torado muy polarizado, en que uno de los polos está to­talmente unificado y el otro está dividido en varias par­tes, gana el que está más unificado”, me dijo Eduardo Gamarra, profesor de la Uni­versidad Internacional de Florida y experto en Bolivia.

Para peor, muchos creen que si el MAS regresa al po­der, va a ser más autoritario que nunca. Morales, quien gobernó entre 2006 y 2019, ahora piensa que fue un error de su parte darle a la oposición un espacio incluso limitado para competir en las elecciones del año pasa­do, dicen.

Es hora de que los candi­datos anti-populistas de Bo­livia dejen de lado sus ambi­ciones personales y se unan detrás del candidato que tenga más apoyo popular.

Legalmente, es demasia­do tarde para hacer eleccio­nes primarias entre ellos. Pero eso podría resolverse fácilmente contratando una empresa encuestadora que determine quién es el can­didato más popular. Si no se unen, serían responsa­bles de una posible victoria del MAS que llevaría a Boli­via a un gobierno autoritario populista, una mayor repre­sión política y una pobreza aún mayor. Sería una ver­dadera tragedia política, y lo más triste es que podría ser perfectamente evitable.

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