ENFOQUE
Enfoque: Presidente Abinader, invite al Rey Juan Carlos a residir en el país
El Rey emérito, Juan Carlos I “no tiene en donde vivir” y, no sería ocioso que el Gobierno le invite a radicarse en República Dominicana, ligada a sus afectos y en donde se le tiene agradecimiento y estima.
Por motivos difíciles de entender en América, el que fuera uno de los monarcas más populares y queridos de Europa, cuya actuación salvo la democracia española cuando el golpe de estado del coronel Tejero, quien en el año de 1981 secuestró al Ejecutivo y a los 350 diputados durante 17 horas, parece que debe mudarse del Palacio de La Zarzuela, lugar donde ha vivido los últimos 58 años.
Esto buscaría posibilitar la aprobación de los presupuestos del reino, dada la oposición de socios del PSOE en la pasada investidura del Presidente del gobierno, Pedro Sánchez, exigen desalojar al Rey.
Fundamentan sus reparos, las organizaciones políticas, antimonárquicas y algunas secesionistas, ahora socias del PSOE, que el otrora monarca no debe vivir en un edifico público mientras se investiga su supuesto patrimonio oculto en el extranjero.
El Gobierno – que no ha hecho, como en tiempos de Felipe González, ninguna defensa de la corona - ha trasladado esta presión al Rey Felipe VI, teniendo como base la importancia de los presupuestos generales, cuyo fracaso en el pasado forzó a Sánchez para disolver las cortes y convocar a elecciones, que fallidas dos veces ganó finalmente el PSOE por la mínima.
El Rey Juan Carlos I de Borbón a los 76 años, tras 39 años de reinado, como consecuencia de un escándalo originado por su amiga Corinna, abdicó en el 2014 tras su intervención quirúrgica No. 14, a favor de su hijo, siendo Presidente del Gobierno Mariano Rajoy y, desde entonces, la monarquía ha sufrido frecuentes cuestionamientos que mantienen en posición incómoda a su hijo, el actual monarca.
El distanciamiento político y social de ambos guarda parecido con el sufrido con su padre, exiliado durante el largo mandato de Francisco Franco, a cuya muerte en 1975, Juan Carlos I se coronó rey sin que su padre hubiese renunciado a la corona.
La República Dominicana que ha sido lugar tradicional para la residencia de ex mandatarios y de exiliados políticos, en donde Juan Carlos es una figura querida; fuera de España sería un lugar ideal para el retiro momentáneo que ahora se discute en España para una figura histórica a quien sus adversarios desean quitarle hasta el trato de “Majestad” buscando su salida oficial de la “familia real”.
Casa de Campo podría ser lugar de residencia temporal ideal, pero igual Punta Cana y Santo Domingo, aunque la primera ofrece más fáciles medios para la seguridad necesaria. Muchos amigos del Rey emérito, si permiten que siga llamándose así, tienen residencias allí: Es posible que en República Dominicana haya más casas disponibles para el Rey que en España, sin olvidar la Casa Presidencial de Juan Dolio, que los presidentes dominicanos, casi no usan.
Así, España, reino que ha sufrido embestidas secesionistas fuertes, la última en Cataluña, en donde primero se despide y luego se desacredita a su figura más emblemática, símbolo de una de las transiciones políticas más exitosas del mundo, al último protagonista vivo de la integración europea, aligera momentáneamente la discusión sobre la monarquía: Así son los pueblos, de sus grandes hombres olvidan los aportes y no perdonan sus debilidades, sino que las aumentan.
El Rey emérito no necesita invitación para fijar residencia temporal en nuestro país, pero por su condición existen motivos de seguridad y obvio, de protocolo, que hacen oportuno que sea un invitado – grato - del Gobierno y del pueblo dominicano.
Si el Presidente Abinader le invitara a residir en el país contribuiríamos a resolver un tema actual en Madrid – como antes hicimos muchas veces -, seriamos solidarios con un buen amigo de la República, consecuentes con nuestra tradición de acoger a figuras estelares en su retiro o exilio y tendríamos acá – como huésped - el mejor, más prestigioso y experimentado promotor y negociador que queda con vida.