FE Y ACONTECER
El tesoro más valioso es el Reino de los Cielos
XVII Domingo del Tiempo Ordinario 26 de julio de 2020 – Ciclo A
a) Del Primer Libro de los Reyes 3, 5. 7-12.
La figura de Salomón cuya grandeza es indiscutible, aparece en esta lectura, de él se destacan tres facetas: sabio, constructor y rico, llevándose la preeminencia la sabiduría, como se puede constatar en la escena de su vida en la que vemos a Dios ofreciéndole un regalo en un sueño y ante la respuesta de Salomón, Él le hace una promesa: “… te doy un corazón sabio de inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti”, como nos lo señala el libro de los Reyes en varios de sus capítulos. Esto es un ejemplo de cómo en el curso de la historia de la salvación Dios concede los medios necesarios para realizar sus divinos propósitos.
b) De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 28-30.
Continuamos con el capítulo 8 de la Carta de San Pablo a los Romanos, y el Apóstol hace énfasis en que el propósito y el plan de Dios están presentes en todo lo que le sucede al creyente en Cristo Jesús, y de ese modo sale al paso de quienes pueden desconfiar del plan salvífico de Dios porque no intervenga inmediatamente y según nuestros deseos. San Pablo nos invita a tomar conciencia de que Dios está al control de todo, pero el bien que Dios nos quiere proporcionar sólo puede realizarse con la cooperación y aceptación de los que lo aman, entendiendo que “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”.
c) Del Evangelio de San Mateo 13, 44-52.
Este domingo con estos versículos finales del capítulo 13 de Mateo concluyen el Discurso parabólico de Jesús sobre el misterio del Reino con estas tres parábolas: el tesoro en el campo, la perla fina, y la red barredera. Lo cual tiene como efectos: primero, gozo y alegría por su hallazgo inesperado (el tesoro escondido) o afanosamente buscado (la perla de gran valor). Y segundo, en ambos casos, los afortunados descubridores, llenos de alegría venden todo lo que tienen y compran el campo del tesoro o la perla respectivamente.
Necesitamos la sabiduría de Dios para discernir la primacía y el valor absoluto de su Reino en nuestra vida, que es el tema del evangelio de este domingo. El misterio del Reino de Dios fascina de tal modo que para el que lo capta en toda su plenitud no existe nada comparable en este mundo, merece que se le sacrifique todo, porque es lo único que en adelante dará sentido a la vida entera del discípulo auténtico de Cristo, esto lo confirma el testimonio y la entrega incondicional de todos los grandes convertidos de todos los tiempos.
El Reino es el valor supremo, por el cual todo sacrificio resulta pequeño, es fe, esperanza y caridad en ejercicio; es la máxima exigencia moral cristiana que pide una conversión profunda a Dios y al hermano. En sus parábolas del Reino Jesús habla de la salvación con imágenes de vida, dinamismo y felicidad que tocan a la persona en su núcleo más profundo. Si hemos encontrado el Reino de Dios, necesariamente debemos irradiar alegría, testimoniar esperanza y contagiar optimismo. Quien capta el secreto del Reino y asimila el mandamiento básico del amor, ha encontrado el tesoro escondido que le enseña a relativizar todo lo demás y a mantenerse en equilibrio y felicidad.
Mañana en nuestro país celebramos el Día del Padre ¡Felicito y bendigo de corazón a todos los padres dominicanos! Que el Señor les conceda sabiduría para que eduquen con el mejor de los ejemplos a sus hijos y siembren en ellos los valores del Reino.
Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.